Tantas palabras tibias, tantas palabras vanas, hojarasca de otoños grises, desapacibles… Ah, pero tus palabras, doradas filigranas, íntimas como el alma, como la piel, tangibles.
Brevería Nº 765
Ah, tus palabras
Voy a beber de ti cada palabra, fresca o ardiente, impúdica o modesta, las nuevas, viginales, las que olvidadas quedan, y las que entre los labios, inmortales, efervescentes tiemblan. Tengo sed de tus cosas, sed de tu gozo, sed de tus ideas, de tu dolor, de tus desasosiegos, de cuanto no se ve, pero se expresa. Y me hablarás de todo, de lo que ayer soñaste y ya no esperas, de lo que nunca se ahuyentó, y aún temes, de las dolientes noches de la ausencia, de las mañanas esperanzadoras que como copas de cristal se quiebran. Quiero escucharlo todo de tu boca, copa también en que mi sed se abreva. Me descubre tu voz tantas incógnitas, vivos matices, íntimas facetas, como si fueras descorriendo velos, y paso a paso espléndida emergieras en tu más pura desnudez de espíritu. Ah, tus palabras de amapola y seda. Sigue hablándome en tono sigiloso, que sólo escuche yo, como quien lleva lenguas de aire en las yemas de los dedos, dedos de agua en la punta de la lengua.
Los Angeles, 15 de octubre de 2007
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