Quisiera ver tus ojos La muerte llegará, y estarás lejos, a mi postrera realidad, ajena; así has permanecido tantos años en los que yo te conservé tan cerca. Será una habitación vulgar y fría de cualquier hospital; las enfermeras entran y salen con el ajetreo de quien cumple monótona faena. Tráfico en el pasillo, donde distante cháchara se enreda. Miro al techo, de un blanco indiferente, donde escribir quisiera mi último grito en verso, con palabras que sangran y me queman. Y aparecen tus ojos en el aire, pálidos, tenues, como si temieran ser percibidos, como tantas veces los he visto flotar en mis quimeras, disipándose al fin, leves alondras en rápido aleteo, sombra y seda. Una vez más quisiera contemplarlos, no los de mi recuerdo, los que llevas abriéndote caminos, y acarician antes de que la mano prevalezca, que besan a distancia, que en silencio se expresan con más diafanidad, más arrebato que lo hiciera la lengua, los que taladran, se hunden y establecen en el alma su propia residencia. Quisiera ver tus ojos al fin de mi periplo por la tierra, antes de mi partida, capturarlos, bajar mis párpados, y abrir la puerta en ese mismo instante al mundo transcendente que me espera, dando el paso inicial, y último paso, a punto de extinguirse las estrellas.
Autor: Francisco Alvarez Hidalgo
Los Angeles, 21 de enero de 2010
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