Crecer no es una tarea sencilla.
Avances, retrocesos, desilusiones, esperanzas y mucho dolor acompañan el proceso vital del hombre en este mundo, proceso cuyo sentido último es el de la evolución del espíritu.
En este trayecto forzosamente existirán personas que nos lastimen, que nos nieguen aquello que deseamos, que no nos comprendan o incluso que nos traicionen.
Ahora bien: ¿Qué sentimos por ese que nos dañó? ¿Intentamos alguna vez comprender porqué actuó de ese modo? ¿Somos capaces de olvidar la ofensa sufrida? ¿Sabemos perdonar?
Muchas de nuestras enfermedades se deben a esta contaminación energética, a la ira permanente, a los pensamientos de venganza y destrucción que ocupan nuestra mente.
También muchos de nuestros fracasos nacen en este aferrarse a dolores pasados porque allí donde existe el resentimiento difícilmente pueda florecer una actitud positiva hacia los demás.
Por eso, para curarnos, debemos perdonar.
Perdonar a quien nos olvidó.
Perdonar a quien nos agredió.
Perdonar a quien destruyó lo que amábamos.
Perdonarnos a nosotros mismos. de la web.-