Por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes.
La más bella palabra en labios de un hombre es la palabra madre, y la llamada más dulce: madre mía.
En el corazón de todos los inviernos vive una primavera palpitante, y detrás de cada noche, viene una aurora sonriente.
Los hombres que no perdonan a las mujeres sus pequeños defectos jamás disfrutarán de sus grandes virtudes.
No busques al amigo para matar las horas, sino búscale con horas para vivir.
Hay quienes dan con alegría y esa alegría es su premio.
El silencio del envidioso está lleno de ruidos.
Para entender el corazón y la mente de una persona, no te fijes en lo que ha hecho no te fijes en lo que ha logrado sino en lo que aspira a hacer.
Del hablador he aprendido a callar; del intolerante, a ser indulgente, y del malévolo a tratar a los demás con amabilidad. Y por curioso que parezca, no siento ninguna gratitud hacia esos maestros.
Vuestros hijos no son vuestros hijos: son los hijos y las hijas de las ansias de vida que siente la misma vida.
No se puede llegar al alba sino por el sendero de la noche.
*Fondo por Vainica*
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