Una gran alegria sentia Aparicio Linarez
cada vez que iba hasta la plaza vestido de payaso a entretener a los niños.
La historia de su vida es un poco triste,
habia quedado huerfano a los nueve años de edad
cuando murio su madre, a su padre nunca llegò a conocerlo
y quedo al cuidado de una tia,
quien ya muy anciana tambièn murio
dejando al joven completamente sòlo, en una inmensa casa.
Para ganarse la vida Aparicio ejercio diferentes oficios,
desde ayudante de albañil, vendedor de helados, mesonero,
hasta que conocio al joven Luis Piñero, quien trabajaba en un circo
y logrò convencer a Aparicio para que se vistiera de payaso.
Pronto creciò la amistad entre los dos jovenes,
pero Luis Piñero tenia malas mañas y fue botado del circo por ladròn.
Cuatro largos meses trabajo Aparicio en el circo
y le gustaba ejercer el oficio de payaso
hasta el punto de que el dueño del circo le propuso
que los acompañara en una gira por otros pueblos,
pero Aparicio no acepto y prefiriò quedarse
en el pueblo y trabajar de payaso en la plaza,
en donde ademàs de entretener a los niños,
vendia golosinas y caramelos.
Pronto se hizo muy popular
y todos los habitantes lo respetaban y querian.
Pero el destino le tenia preparada una sorpresa,
una tarde regreso al pueblo el joven delincuente Luis Piñero,
ambos se encontraron en la plaza,
charlaron por largo rato recordando lavieja amistad que los unia.
Sin embargo a Aparicio le llamò la atenciòn
lo descuidado y barbudo que estaba Luis Piñero,
tenia grandes marcas de cortaduras en los brazos.
Al llegar la noche cada quien agarrò su camino.
En la soledad de una habitaciòn que luis habia alquilado,
preparaba sus fechorias, tenia un plan,
habia decidido robar el banco del pueblo,
para lo cual se vestiria de payaso
y asi lo confundirian con Aparicio y podria escaparse.
Pasaron unos dias y como de costumbre
el payaso Aparicio acudia todas las tardes a la plaza
a entretener a los niños,
le extraño no ver a su amigo Luis Piñero
sentado en los bancos de madera.
Un dia un gran alboroto se escuchò por los lados de la plaza,
las sirenas de la policia sonaba cosntantemente
y las personas gritaban:
¡Han robado el banco!... ¡Han robado el banco!.
Los clientes que estaban en el banco
comentaban que vieron a un payaso
pistola en mano atracar la taquilla.
Inmediatamente la policia fue informada
y por sospecha se trasladaron a la casa de Aparicio Linarez,
quien sorprendido en pijama,
fue sacado esposado y trasladado a la Comisaria.
El joven lleno de verguenza lloraba
y no lograba pronunciar palabras,
las lagrimas cubrian su rostro.
Una semana tenia Aparicio Linarez,
preso en los calabozos de la Comisaria,
cuando se presentò una señora
quien fue testigo del robo
y acudio al reconocimiento del indiciado.
Al mirar a traves del espejo,
la dama noto un hecho curioso,
el cual le habia llamado la atenciòn
mientras estaba tirada boca abajo en el piso del banco,
habia logrado ver al delincuente,
el cual tenia muchas marcas de cortaduras en los brazos
y este joven que le presentaban
no tenia cicatrices ni cortaduras en los brazos.
La policia tomò nota del relato
y decidieron continuar con las investigaciones
mientras Aparicio continuaba preso
y lloraba su mala suerte.
Transcurriò un mes y de un pueblo cercano
llegò la noticia del atraco a un banco,
pero esta vez el delincuente
no tuvo tanta suerte y fue detenido.
La policia procediò a revisar al delincuente
y notaron que tenia muchas marcas
y cicatrices en los brazos
lo cual coincidia con el relato de la señora en la Comisaria.
Los posteriores interrogatorios
determinaron que el delincuente detenido
era la misma persona que vestido de payaso
habia atracado el banco meses atras.
Comprobada la inocencia,
el joven Aparicio Linarez fue absuelto
y salio de la carcel.
Al dia siguiente muy sonrriente
acudiò a la plaza del pueblo vestido de payaso
a entretener a los niños,
de vez en cuando
se sienta en los bancos de madera
y les cuenta a las personas conocidas
la experiencia vivida.
Manuel Ibarra
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