Cambiar no es fácil. Luchas por aferrarte a las cosas que siempre has conocido, pero al mismo tiempo luchas por cambiar y no desoír los dictados de tu corazón. Es una situación particularmente dura. No olvides nunca, sin embargo, que lo peor que puede sucederte en la vida es que no te pase nada y que nunca debas enfrentarte a esa decisión entre aferrarte y cambiar.
Cuando eras niña, las cosas eran sencillas. Al crecer, algo mágico comienza a desvanecerse. Se pierden las huellas de uno mismo. Entonces comenzamos a cometer errores. Escondemos al niño en nuestro interior, en vez de dejarlo en libertad. Silenciamos la magia de la vida y no traspasamos los muros de cristal.
Es tiempo de dejar libre tu corazón, y elegir hacia dónde irás, al margen de la opinión que tengan los demás a cerca de tu decisión.
Dirígete al país de los mil arcoiris, a ese lugar en el que todos los colores se hallan en perfecta armonía. Observa las cosas con tu corazón y no con el corazón de los otros. Olvida por un momento los colores que ellos han elegido. Sueña. Atraviesa los muros de cristal, elige un color y sigue su luz insustituible. Elige un color y deja que las acciones, y no las palabras, expresen tus creencias. Vive y esfuérzate al máximo; no te rindas, así, tu existencia encontrará el camino. Comprenderás entonces los secretos de la vida, sabrás convertir los obstáculos en posibilidades y los contratiempos en trampolines. Debes aprender a ser tú misma, siempre, más allá de lo que los demás piensen de ti.
(S.Bambarén)