“Conócete a ti mismo”. Se dice que estas palabras estaban inscritas en la puerta del templo de Apolo en Delfos, lugar de culto en la antigua Grecia. A pesar de que se suelen atribuir al filósofo Sócrates (470 a.C. – 399 a.C.), su origen se remonta más allá del siglo VI a.C., siendo más veteranas que la historia misma de la filosofía. La importancia de este aforismo atemporal radica en que orienta a los seres humanos a que exploremos nuestra realidad interior, donde se encuentra todo lo que necesitamos para poner fin a nuestro sufrimiento y alcanzar la plenitud que tanto anhelamos.
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