Actualmente el 60 % de las mujeres y el 10 % de los hombres son usuarios de tintes capilares.
Introducción histórica
La aplicación de diversas sustancias sobre el cabello para cambiar su coloración está documentada desde tiempos inmemorables. Los egipcios que ya tenían esta costumbre
y usaban una pasta de henna para este menester.
Los griegos también mostraban un gran interés en el cuidado capilar y de la misma forma utilizaban la henna para esta aplicación.
En la época romana, sus mujeres incorporaron en el cuidado capilar un proceso de decoloración del cabello, introducido por las esclavas galas. Esto se debía a que las mujeres romanas tenían el pelo castaño oscuro y las esclavas galas lucían el pelo rubio. El proceso consistía en la aplicación sobre el pelo de una pasta preparada con cenizas de madera de haya y sebo de cabra para
provocar su decoloración. Para teñirse el cabello utilizaban sales de plomo y diversos extractos de plantas como la corteza de nuez, bayas negras y también la henna. Para realizar este proceso, preparaban una pasta coloreada que se obtenía mezclando colorantes y extractos vegetales con talco como excipiente.
El cuidado del cabello y su tinción también estuvo muy extendido en el mundo musulmán. En este caso, los hombres se teñían la barba con henna.
Durante el Renacimiento, parece ser que fue en Venecia donde comenzó la técnica de ecoloración del cabello por aplicación de una solución de sosa natural o natrum y exponiendo el cabello al sol durante horas. Este método pasó al resto de Europa y fue muy apreciado en Francia. También se emplean otros preparados para teñir el cabello obtenidos de la maceración y extracción de plantas, raíces y cortezas de árboles. En la Francia renacentista estaban de moda los polvos para teñir el pelo a base de una mezcla de flores secas con cenizas, extractos vegetales y un mucílago de soporte. Entre las flores secas se utilizaban las violetas y los lirios.
En la época barroca, a parte de la costumbre de utilizar pelucas, era frecuente la utilización de tintes para el cabello, empleándose extractos obtenidos por maceración y cocción de plantas como ruibarbo, musgo, nuez de agalla, corteza de abedul y otras plantas. Otro método era dejar secar las plantas, trocearlas y mezclarlas con cenizas de corteza de árbol. En el momento de su utilización se mezclaba el polvo con agua caliente para conformar una cataplasma que se aplicaba en el pelo durante horas. Para potenciar el tinte también se usaba un mordiente, el alumbre de potasio, que se usaba en el teñido de la lana. La decoloración del cabello se hacía según el método veneciano, empapando el pelo con una solución de sosa cáustica natural y exponiendo el cabello al sol durante horas.
Es en 1860 cuando se comienza a aplicar el agua oxigenada en cosmética capilar para realizar decoloraciones del cabello. Se le conocía como «el agua dorada de la fuente de la juventud» y su empleo se extendió rápidamente. Para la coloración capilar se venían empleando los productos tradicionales de extractos vegetales. A partir de mediados de siglo XIX se inicia la utilización del nitrato de plata o «agua de Grecia» como producto para teñir el cabello. El gran avance en coloración capilar se produce con el descubrimiento de las anilinas en 1840. Estos colorantes se habían empezado a usar en la tinción de pieles. Fue en 1863 cuando Haussmann descubrió el colorante p-fenilendiamina (PPD), que se empleó en peletería y años después su uso se extendió como tinte en coloración capilar.
Los primeros años del siglo XX están marcados por la rápida evolución en la tinción capilar. El lanzamiento de los tintes líquidos, soluciones de colorantes en agua, se produjo en Francia en 907 y la coloración final se producía por la oxidación de los colorantes por la acción del oxígeno del aire. La adición de una cantidad de alcohol y de amoniaco a la solución de colorante aumentó la eficacia del producto y mejoró los resultados de la aplicación. Hasta ese momento se tenían dos
tipos de productos capilares con funciones opuestas y aplicaciones separadas. Para decolorar, el agua oxigenada con amoniaco. Para teñir, la solución de colorantes con amoniaco. El paso siguiente fue unir estos dos productos y justo en el momento de la aplicación, con el resultado de que se obtenía una decoloración y coloración simultánea.
Hoy día, la cosmética y en concreto el campo de la tinción capilar que nos ocupa está en constante desarrollo para ofrecer productos innovadores, pero que al mismo tiempo protejan al cabello, teniendo en cuenta aspectos que preocupan a los consumidores, como son la calidad, la ausencia de toxicidad y la protección del medioambiente.