Comulgar con gastos excesivos
l Varios sacerdotes avilesinos critican los gastos de las familias en las primeras comuniones l En Miranda es obligado llevar una sencilla túnica
El relumbrón y los dispendios no casan con la idea de primera comunión que defienden algunas parroquias avilesinas. Varios sacerdotes consultados acerca de los gastos con que cargan las familias para la celebración del sacramento consideran que debería echarse el freno y vivir el día simplemente como una cuestión de fe. En plena temporada de primeras comuniones, los curas abogan por centrarse en la formación cristiana. «Que tal como están las cosas se gasten 3.000 euros en el traje y demás me parece todo un exceso», reflexionó Bernardo Granda, párroco de La Luz.
Saúl FERNÁNDEZ Los elevados gastos en las fiestas de celebración de las primeras comuniones discurren de manera paralela a los oficios religiosos que, de una u otra manera, los generan. Es decir, los niños comulgan y a la vez participan de un banquete de regalos, trajes de relumbrón y estelas marineras. Pero, al decir de los sacerdotes consultados por este periódico, el hecho de la comunión no debería influir necesariamente en festejos y alharacas, «es sólo una cuestión de fe».
«Llevo muchos años, tantos como cuarenta y cinco, con la costumbre de prestar a los chavales túnicas de color blanco para entrar en la iglesia. En el templo no se puede humillar a nadie; todos somos iguales», señaló José Manuel Feito, párroco de Santo Domingo de Miranda. «Lo que hagan fuera de la iglesia es cosa de cada familia», aseguró.
José Manuel Feito, de todas las maneras, es consciente del carácter social de las fiestas posteriores a las primeras comuniones: «Lo dice El Principito: los ritos son necesarios», explicó. «Pero lo principal es conseguir, ya no santos, aunque sí buenas personas», concluyó.
Alfredo Cueto, párroco de Santa Teresa de El Pozón, calificó los gastos que las familias invierten en las fiestas como «abusivos y excesivos», porque, a su entender, «lo único que se consigue es hacer bodas en miniatura». Cueto dijo no preocuparse de las celebraciones posteriores al propio oficio religioso: «No se puede pelear, no merece la pena porque sólo consigues disgustos», señaló. «Entiendo el carácter social de esta fiesta y, por eso, he renunciado a insistir en hacer las cosas de otra manera», comentó.
Por eso, por la incapacidad de cambiar las cosas, Alfredo Cueto decidió «dar la importancia debida a la confesión, que al fin y al cabo no deja de ser tan sacramento como el de la comunión». El cura de El Pozón explicó que «ocho o diez días antes de la comunión, los chicos salen del colegio, vienen a la iglesia, tienen la primera confesión todos juntos y luego nos vamos a los locales de la parroquia a celebrar una pequeña fiesta con refrescos y eso». Alfredo Cueto entiende, con esta actitud, que en la celebración de la confesión los chicos se muestran más normales, porque en las comuniones están como secuestrados por los mayores. «Ya sabe, que no te manches la cazadora o el vestido...».
Jesús Rodríguez de la Vega, inmerso en la festividad de San Juan de Ávila, coincide con sus dos compañeros: «Los gastos son excesivos». Admitió el párroco del Carbayedo que la comunión «es un momento importante para los niños y para sus familias, pero no se pueden hacer dispendios». Reconoció Rodríguez de la Vega que los menos protagonistas «son los niños, que pintan poco». Para el párroco de San Juan de Ávila las celebraciones de las primeras comuniones «se han convertido en círculos de los que no hay manera de salir». El nuevo párroco del popular barrio avilesino prevé una celebración «muy normal». «Lo que queremos es dar todo el protagonismo a los niños, que son, a fin de cuentas, los que deben cobrar todo el protagonismo».
Bernardo Granda, párroco de San Pablo de La Luz desde hace pocas semanas, considera que los gastos de las comuniones «son superfluos». Granda entiende, sin embargo, que «las familias quieran lo mejor para sus hijos, pero eso no obsta al hecho de que estos gastos se han desorbitado». El cura de La Luz aseguró que «las comuniones se pueden celebrar más sencillamente, pero todo se ha disparado». Granda, sin embargo, no asocia los excesos con el sacramento de la comunión: «También algo así pasa con las bodas». Granda recordó que la labor de un párroco está enfocada a «la formación cristiana» del niño, «lo demás es pura galería». «Que una familia se gaste 3.000 euros, tal y como están las cosas, me parece todo un exceso».
Los adultos somos los culpables y nadie mas |