Sinceramente ante un buen cava y un buen champán, sin dudarlo me quedo con el champán. Nada que ver una cosa con otra. Siempre suelo tener un par de botellas en el refrigerador para aprovechar cualquier motivo de celebración que acontezca.
Como por naturaleza soy de talante alegre, encuentro ocasiones para el descorche con suma facilidad, y así evitar que pierda su cualidad y calidad el líquido espumoso, que como ya sabréis, se debe consumir antes de que lleve un año embotellado. Transcurrido este tiempo pierde propiedades.
Barrunto, que me falta muy poquito para abrir las próximas botellas ante el inminente final del mandatario venezolano. Puede parecer extraño e incluso alguien se pueda escandalizar. Cierto es que no es habitual en mí, este tipo de celebración, pero cuando pienso en la gente que dejará de sufrir y los criminales que perderán apoyo, no tengo por menos que celebrarlo. A cada cerdo le llega su San Martín (con perdón para los cerdos, que me caen muy bien).