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General: Fernando
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De: Maite998  (Mensaje original) Enviado: 15/11/2014 15:27

Fernando El Católico, El Príncipe

fernando-el-catolico-portada-blog

Aunque Nicolás Maquiavelo nunca pronunció la famosa frase que se le atribuye: “el fin justifica los medios”, sí dijo de Fernando de Aragón que era un hombre cuyas conquistas habían sido obtenidas bajo el manto protector de la religión mientras desconocía los principios de la piedad, la fe, la humanidad y la integridad. El teórico político más grande del Renacimiento había basado buena parte de su obra El Príncipe en la figura del Rey Católico. Curiosamente, años después, la obra maquiavélica entró en el índice de libros prohibidos por la Iglesia por insinuar que Fernando utilizaba al clero como medio para sus fines ulteriores: la conquista de nuevos territorios.

Declarado Rey Católico por el papa Inocencio VIII, la fe no entraba entre sus principales virtudes. Tenía hijos fuera del matrimonio, fue excomulgado por casarse con una bula papal falsa, creó la Santa Inquisición, hizo expulsar a los judíos y a los moros de sus territorios, conquistó Granada, Navarra y Nápoles, pero las crónicas insisten en que era buen esposo: se hacía acompañar de su mujer en todas las campañas para compartir con ella sus victorias en el campo. También le dejaba instrucciones específicas para hacerse cargo de sus hijos ilegítimos si algo llegase a ocurrirle, como aquella vez que un catalán le atravesó la sien y casi lo deja sin vida en un episodio que suele extraviarse entre las historias épicas de sus batallas.

Gran estratega militar, Fernando tuvo tiempo y oportunidades para prepararse en la materia. Desde los 11 años se vio envuelto en la turbulenta guerra civil catalana y a los 14, su padre, Juan II de Aragón, lo nombró Lugarteniente General de la Corona de Sicilia. Para ese momento, el reino de Aragón tenía demasiados frentes bélicos abiertos, incluyendo el económico. En este contexto ocurriría el matrimonio que marcó su vida.

Había sido pretendiente de Isabel de Trastámara, desde antes de que ambos aprendieran a hablar. Había sido una decisión de su madre, Juana Enríquez, una castellana de carácter fuerte que atravesó la frontera de Navarra en medio de los dolores de parto sólo para que su hijo naciera en Aragón. Quizá por eso Fernando daba la vida por su tierra; siempre se le vio luchando al lado de sus soldados y tenía una excelente relación con su padre. Afable con sus afectos, cruel con sus enemigos y lujurioso con sus mujeres, así era el Rey Fernando V de Castilla, de Aragón, de Sicilia y de Nápoles.

Padre de cinco hijos reconocidos con Isabel La Católica y tantos más por reconocer, sentía debilidad por la belleza femenina. Valiente y aguerrido, había trabajado muy bien su rol de príncipe encantador que nunca duerme sin compañía.

Aldonza Roig, una hermosa catalana que se vestía de hombre para acompañarlo en las campañas, fue la primera en identificar el lado más vulnerable de su majestad: el placer.

Con ella tuvo un hijo llamado Alfonso, que llegó a ser Arzobispo de Zaragoza, mientras que las otras dos hijas que tuvo con otros amores, Juana y María, fueron recluidas por la reina Isabel en un convento.

Ilustración de María Raquel Ferrer

Ilustración de María Raquel Ferrer

A pesar de la popularidad de sus amoríos, tras la muerte de Isabel, luego de 35 años de convivencia, Fernando escribió: “su muerte es para mí el mayor trabajo que en esta vida me podría venir…” Por su parte, ya avecinando los problemas psicológicos de Juana, la tercera hija de ambos y heredera al trono, Isabel dejaba plasmado en su testamento su última voluntad: “cuando la Princesa, mi hija, no estuviere presente en estos reinos o estando en ellos no quisiere o no pudiere entender en la gobernación de ellos (…) el rey Fernando, mi señor, rija, administre y gobierne los dichos mis reinos y señoríos por la dicha Princesa”. Ambos trataban de evitar que el reino cayera en manos de Felipe El Hermoso, esposo de Juana.

Pero la nobleza castellana vuelve a hacer de las suyas apoyando incondicionalmente al Hermoso, quien también contaba con Francia. Entonces Fernando vuelve a dar muestras de su astucia principesca para la política, pactando con el monarca francés al casarse con su sobrina Germana de Foix, 35 años más joven que él, quien más adelante tendrá un papel protagónico en la vida del emperador Carlos I, nieto del Rey Católico.

Como si la fortuna no le hubiera sonreído lo suficiente, su yerno Felipe muere. El hecho exacerba la locura de su hija Juana, quien es encerrada en Tordesillas por orden de su padre a quien nunca más volvió a ver. Fernando, implacable, vuelve al frente de los destinos de Castilla, Aragón, Sicilia, Nápoles y el Nuevo Mundo. Llegó a ser rey incluso de tierras que no conoció.

En su estandarte personal debajo del águila se podía leer la frase «tanto monta» abreviatura de la frase pronunciada por Alejandro Magno cuando cortó el nudo gordiano con su espada

Tanto Monta significa “da lo mismo cortar que desatar”, otra forma de decir que para conseguir un fin se puede acudir a cualquier medio.



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