Puede que haya pensado que la vida es un proyecto o un plan. Tal vez me fijé metas, estipulé un horario y esperé resultados. Con el tiempo, aprendí que la vida es tan impredecible como el clima y que lo único seguro es el cambio.
Si reacciono con temor ante los cambios de mi vida, utilizo mis herramientas espirituales. Durante el día repito: Niego el poder del temor. Soy sabio, capaz y seguro de mí mismo. ¡Acepto el cambio! El Espíritu me guía y apoya a medida que dejo atrás personas, lugares y hábitos conocidos. Dejo ir las expectativas y entrego el resultado a Dios. El amor permanece siempre. Ante el cambio, soy la paz que Jesús compartió con tanto amor.
La paz les dejo, mi paz les doy; yo no la doy como el mundo la da. No dejen que su corazón se turbe y tenga miedo.—Juan 14:27