La felicidad puede servir como una terapia que refuerza mi espíritu y energiza mi cuerpo. Estar en contacto con mi gozo interno ayuda a sanar cualquier herida emocional y tiene el poder de reconciliar relaciones personales. Entro en contacto con mi naturaleza interna en momentos callados de oración y permito que el gozo que me llena emane de mí.
De esta manera, bendigo tanto a las personas como a los acontecimientos en mi vida. Permanezco en paz, y encuentro bendiciones hasta en los retos. El gozo interno abre el camino para interacciones afables y acontecimientos satisfactorios. Mi júbilo activa la energía de vida en mí. Al sentirme satisfecho, las células de mi cuerpo se vuelven receptivas a la vida sanadora y pura que mora en mí.
Estas cosas les he hablado, para que mi gozo esté en ustedes, y su gozo sea completo.—Juan 15:11