En cualquier momento dado, millones de personas oran por paz en el mundo. Aunque pueda parecer fuera de alcance, permanezco firme en mis oraciones y mi fe en que la paz puede ser una realidad. Tengo presente que más allá de decir mi oración, debo serla. Como embajador de paz en el mundo, expreso la cualidad espiritual de la paz misma.
Llevo mi vida diaria —física, emocional y mental— infundida con la esencia de la paz. Afirmo armonía al escuchar a otros de corazón, aunque sus ideas, palabras y acciones estén en conflicto con las mías.
Afirmo paz expresando aprecio en cualquier momento y lugar. Determino ver belleza, bondad y bien por doquier. Mi vida es una oración de paz mundial.
Por lo tanto, dile que yo he establecido ya mi pacto de paz con él.—Números 25:12