Tener la atención centrada es la práctica del dirigirme a mi interior para alinearme con mi naturaleza divina. Es un sentimiento de paz y estabilidad, de salud mental y seguridad. Cuando tengo mi atención centrada, abro mi corazón sin miedo a lo que la vida me proporcione, sabiendo que nada puede desequilibrarme.
No necesito mirar fuera de mí para ser rescatado o recibir mi provisión, no tengo por qué sentir preocupación o ansiedad. Cuando tengo la atención centrada y estoy receptivo, tomo conciencia de que la inspiración divina me guía, y sé que mi bien viene a mí de maneras maravillosas. Todo lo que necesitaré surge de la Presencia espiritual. En oración y meditación, centro mi atención en la conciencia de esta Fuente eterna.