Oración
Comienzo mi día con oración y en comunión con Dios.
Establecer una práctica de oración temprano por la mañana es lo más importante que puedo hacer para asegurar que cada día tenga un buen curso. Esta rutina sagrada marca una pauta positiva, según llevo a cabo las actividades ante mí.
Al orar, aunque sea por sólo cinco minutos, demuestro que Dios es primero en mi vida. Cuando hago de mi relación personal con Dios mi mayor prioridad, todo lo demás se lleva a cabo en orden y armonía. En comunión fervorosa, demuestro amor y gratitud a mi Creador y recibo bendiciones de paz, salud, paciencia, sabiduría y eficacia.
Me lleno de energía y soy capaz de cumplir con mis responsabilidades efectivamente.
Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento.--Mateo 22:37, 38
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