Abrázame... abrázame... ¡ te necesito! quiero percibir la tibieza del cariño quiero sentir de tu corazón el latido y sentir tus manos en mi espalda apoyar en tu pecho protector mi cara, fundirme en ese instante breve e intenso saber que cuento contigo en duros momentos.
Abrázame y en ese abrazo dame tu historia que yo te entregaré mis memorias me reconciliaré con Dios y con la vida aceptaré el tiempo ofrecido y tu partida, abrázame porque en ese breve espacio entre tu pecho y el mío, el corazón late despacio al sentir el sosiego que me brindas.
Abrázame y no temas a un posible rechazo abrázame y méceme en tu regazo quiero sentirme otra vez aquella niña a la que levantaban en vilo a la cima luego la depositaban en un abrazo acunado sintiendo la calidez del cuerpo amado el amor fraternal tantas veces añorado.
Abrázame... me gustan los abrazos sinceros, leales, no los que se dan fríos, rápidos o superficiales, los de cortesía, los de despedida o los de velorios, ni los apartados, o de fiestas, celebraciones o jolgorios... me gustan los abrazos cálidos, fuertes, entregados, sentir en ellos el corazón y el respirar acompasados, la unión, la piel casi mezclada en dos seres fusionados.
Abrázame y quedémonos así sin tiempos ni memorias Te pedí alguna vez un abrazo de media hora? Y tu me respondiste ¡ también existen los de una hora! Abrázame eternamente, abrázame con tu vida, con tu amor Abrázame porque lo necesito, lo deseo con fervor Abrázame y no me dejes ir de tu vida nunca más Abrázame muy fuerte, ¡ abrázame no me dejes jamás!