Juan dobló el dibujo y
de su pantaloncito.
Aquella noche, después de cenar,
Juan volvió a sacar el dibujo de su bolsillo.
Fue hasta la cocina, tomó un lápiz
y observó el gran círculo rojo en la hoja.
Se sentó en el piso de la sala,
cerca del sillón de su padre.
Alisó bien los dobleces del dibujo y
dijo a su padre:
-Papi, como se escribe...?
-Juan, estoy leyendo y no quiero ser interrumpido!
Ve a jugar afuera y no golpees la puerta al salir!
El pequeño, dobló otra vez la hoja y
la guardó en el bolsillo.
A la mañana siguiente,
cuando su madre separaba la ropa para lavar,
encontró en el bolsillo del pantaloncito de Juan,
envueltos en un papel, una piedrita,
un pedazo de hilo, y dos bolitas.
Todos los tesoros que juntaba cuando jugaba fuera de casa.
Ella ni siquiera abrió el papel.
Tiró todo a la basura.
Los años pasaron...
Cuando Juan tenía 28 años, su hijita de cinco,
Ana, hizo un dibujo en el Jardín.
Era el dibujo de su familia.
El padre rió cuando ella, señalando una figura alta y
de forma indefinida, le dijo:
-Este de aquí eres tú, papi!
La pequeña también rió.
El padre se quedó observando el gran círculo rojo
hecho por su hija, alrededor de las figuras,
y, lentamente, comenzó a pasar el dedo sobre el círculo.
Ana descendió rápidamente del regazo de su padre y
le avisó:
-Enseguida vuelvo!
Y volvió. Con un lápiz en la mano.
Se acomodó otra vez en las rodillas de su padre,
posicionó la punta del lápiz encima del gran círculo rojo
y preguntó:
-Papi, como se escribe amor?
Juan abrazó a su hija, tomó su manito y la fue conduciendo,
despacio, ayudándola a formar las letras,
mientras le decía:
-Amor, querida hija,
se escribe con las letras:
T...I...E...M...P...O
Si no tenemos tiempo para amar,
deberíamos crearlo, al fin y al cabo,
el ser humano es de creatividad,
y el tiempo... bueno,
el tiempo es una elección de cada uno.
Saludos... besos...