Generosas, abiertas al amor constante, viajan las madres del mundo. Miradas profundas, realidades de la vida, viven con su exquisita elegancia.
Sentimientos que acercan al corazón de los hijos. Delirios, tormentos, agonías, por sus lazos de amor.
Vírgenes de alma pura, diosas del encuentro con sus corazones sagrados.
Madres del día, guardianas de la noche, ángeles custodios eternos.
Limitadas en el tiempo, valoradas en la oscuridad, reinas desterradas, vírgenes del amor.
Hechiceras de la Tierra, cuyo cuerpo preparado al amor lo engendra en nuevos seres que se sumergen en el río de la vida.
Almas bondadosas, espejos divinos, viajeras mágicas que adornan el mundo espiritual.
Dulce es el aroma de la flor que vive en el corazón de una madre. Fragancia que muere en el alma de un hijo recién nacido.
Angel Sanz
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