¿No será
demasiada explicación para lo que es el amor? El sexo y el amor pueden
ocurrir juntos, pero no son la misma cosa, y el amor es la experiencia
más poderosa y duradera del ser humano, según un estudio de la
Universidad estatal de Nueva York.
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En
la investigación participaron 17 estudiantes de ambos sexos que
observaron una foto de la persona amada mientras una máquina de
resonancia magnética escaneaba su cerebro.
(Mujereshoy) El
enamoramiento sume a quien lo experimenta en algo que parece una
enfermedad mental –mezcla de manía, demencia y obsesión– que aparta a
la gente de sus amigos y de su familia, y produce un comportamiento
extraño (llamadas telefónicas compulsivas, serenatas desde el tejado),
que podría ser confundido con una psicosis.
Ahora los científicos
han producido imágenes cerebrales de esta actividad antes de que se
asiente en la etapa del romance de vino y rosas o en la rutina del
compromiso de larga data.
En un análisis de las imágenes publicado
en la revista The Journal of Neurophysiology, investigadoras e
investigadores de Nueva York y Nueva Jersey argumentan que el amor
romántico es un impulso biológico distinto de la excitación sexual.
Es
más: según los investigadores, el amor romántico está más próximo a
impulsos como el hambre, la sed o la adicción a las drogas que a
estados emocionales como la excitación o el afecto. La investigación
ayuda a explicar por qué el amor produce esas emociones disparatadas
que van de la euforia a la rabia y la ansiedad y por qué parece hacerse
incluso más intenso cuando se termina.
“Cuando alguien está en las
garras de este amor romántico es irracional, va al gimnasio a las seis
de la mañana... ¿Por qué? Porque él o ella está ahí”, dijo la doctora
Fisher, antropóloga de la Universidad Rutgers y coautora del análisis.
“Y cuando uno es rechazado, puede contemplar la posibilidad de acosar a
su amada, tanto como el homicidio o aun el suicidio. Esta compulsión
hacia el amor romántico puede ser más fuerte todavía que las propias
ansias de vivir.”
La tecnología de imágenes cerebrales no puede leer
la mente, advierten los especialistas, y un fenómeno tan complejo y
socialmente determinado como el amor trasciende gráficos de computadora
como los producidos por la técnica utilizada en el estudio, llamada
resonancia magnética funcional.
Sin embargo, según el doctor Hans
Breiter, director de la Colaboración en Neurociencias de Motivación y
Emoción del Massachusetts General Hospital, “este estudio realmente
mueve el tablero en términos de entender la emoción romántica”.
Recompensa y aversión
“Los
hallazgos concuerdan con un cuerpo creciente de literatura científica
que describe un sistema de recompensa y aversión, y ponen esta
construcción intelectual del amor sobre el mismo eje de recompensas
como el alimento, el calor o la adicción a las drogas”, afirmó.
En
el estudio, las doctoras Fisher y Lucy Brown, del Albert Einstein
College of Medicine, del Bronx, y el doctor Arthur Aron, psicólogo de
la Universidad Estatal de Nueva York, en Stony Brook, condujeron a un
equipo que analizó alrededor de 2500 imágenes pertenecientes a 17
estudiantes universitarios de ambos sexos que se habían enamorado hacía
semanas o unos meses.
Los estudiantes observaron una foto de la
persona amada mientras una máquina de resonancia magnética escaneaba su
cerebro. Luego, los investigadores compararon las imágenes con otras
tomadas mientras los estudiantes miraban la foto de alguien conocido.
La tecnología de resonancia magnética funcional detecta incrementos o
descensos del flujo de sangre en el cerebro que reflejan cambios en la
actividad neurológica.
Los investigadores observaron que la región
del cerebro vinculada con la pasión está en el lado opuesto del área
que registra la atracción física, y pareció estar vinculada con el
deseo y la inexplicable pulsión que la gente siente hacia una persona
en particular entre otras que la atraen.
Esta distinción entre
encontrar atractivo a alguien y desearlo, entre gustar y querer,
“ocurre en una zona del cerebro de los mamíferos que se ocupa de
funciones básicas, como comer, tomar, mover los ojos, todos en un nivel
inconsciente, y no creo que nadie esperara que estuviera tan
especializada”, dijo Brown.
La intoxicación de un nuevo amor se
amortigua con el tiempo, por supuesto, y las imágenes reflejan
evidencias del cambio, dijo Fisher.
En un estudio anterior,
publicado en 2000, investigadores de la Universidad de Londres
monitorearon la actividad cerebral de hombres y mujeres jóvenes que
habían tenido una relación durante dos años. Las imágenes mostraban
activación en muchas de las mismas zonas, pero significativamente menos
en la región relacionada con el amor apasionado, explicó.
En el
nuevo estudio, los investigadores también vieron diferencias
individuales en su grupo basadas en el tiempo transcurrido desde el
comienzo de la relación romántica. Comparados con los que se
encontraban en las primeras semanas de su amor, aquellos que ya habían
pasado más de un año mostraban significativamente mayor actividad en
una zona del cerebro ligada con el compromiso de largo plazo.
Fenómeno frustración-atracción
En
otro experimento, los científicos descubrieron que cuando una persona
es rechazada, se activa la zona del cerebro vinculada con el amor
apasionado. “Se trata de un fenómeno que llamo frustración-atracción”,
dijo Fisher.
Una de las voluntarias del estudio fue la neoyorquina
Susanna Katz, de 22 años, que desde hacía tres años había finalizado
una relación con su novio. Katz dijo que se había vuelto hiperactiva
para distraer su atención luego de la separación, pero que también
sufría en ciertos momentos de un estado físico similar al de la
abstinencia.
En otros estudios, investigadores hallaron que, entre
otros procesos, un nuevo amor involucra la internalización psicológica
de la figura del enamorado, absorbiendo elementos de las opiniones de
la otra persona, sus expresiones, su carácter, así como también
compartir los propios.
“La expansión del yo ocurre rápidamente –dijo
el doctor Aron, co autor del estudio–. Es una de las experiencias más
excitantes, y lejos de amenazar nuestra supervivencia, es una de las
experiencias que más nos motivan.”
Para vivir todo esto de una sola
vez, mientras uno está enamorado, se enreda con las emociones o áreas
más profundas del cerebro. Inevitablemente, la actividad en esas áreas,
se calma y los circuitos del cerebro relacionados con la pasión quedan
intactos hasta que un nuevo amor se cruce por el camino, concluyen los
investigadores.
30 de enero de 2009 (Benedict Carey, The New York Times)