Tus labios callan mi nombre,
con tanta emoción que conmueve
a las letras que lo conforman.
Dejas de nombrarlas una a una,
y vas resaltando sus virtudes
como si te encontraras
en cada una de ellas,
haciendo un adjetivo
con el que califircarme.
Ya ves, soy el no nombrado,
el futuro pluscuamperfecto,
el que se esconde en tus labios,
porque no me quieres nombrar.
Quiero sentir una punzada:
¡Invócame!
Forma con sus letras una palabra:
¡Llámame!
Empieza a nombrarme:
¡Recuérdame!
Para que mi sangre corra
y salga de este silencio,
que me muero en tus recuerdos
y voy formando parte de aquello
que llamas pasado
y que algún dia olvidarás.
¡Nómbrame!
Hazlo aunque te inventes mi nombre;
si lo olvidaste,
buscaste un adjetivo perfecto,
aunque sea un imperfecto ser miserable.
Hazlo, pero no me calles,
que esa es una manera tierna
de alejarme y matarme.
D.A