Un día un viejo campesino fue a verlo y le dijo:
"Mira, tú debes ser Dios
y debes haber creado el mundo,
pero hay una cosa que tengo que decirte: no eres un campesino.
No conoces n siquera el abc de la agricultura,
tienes algo que aprender".
Dios dijo: "¿Cuál es tu consejo? El granjero contestó:
"Dame un año y déjame que las cosas se hagan como yo creo
y veamos qué pasa. La pobreza no existirá más"
Dios aceptó y le concedió al campesino un año.
Naturalmente, pidió lo mejor y sólo lo mejor:
ni tormentas, ni ventarrones, ni peligros para el grano.
Todo fue confortable, cómodo y él era muy feliz.
El trigo crecía altísimo.
Cuando quería sol, había sol; cuando quería lluvia, había lluvia,
había tanta lluvia como hiciera falta.
Ese año todo fue perfecto, matemáticamente perfecto.
El trigo crecía tan alto que el campesino fue a ver a Dios y le dijo:
¡ Mira !
Este año tendremos tanto grano que si la gente no trabaja
en diez años,
aún así tendremos comida suficiente"
Pero cuando recogió la cosecha, los granos estaban vacíos.
El granjero se sorprendió. Le preguntó a Dios
"¿Qué error hubo?"
¿Qué pasó?
Dios dijo: "Como no hubo desafío, no hubo conflicto ni fricción,
como tú evitaste todo lo que era malo, el trigo se volvió impotente.
Un poco de lucha es imprenscindible.
Las tormentas, los truenos, los relámpagos, son necesarios,
porque sacuden el alma dentro del trigo.
D/A
|