Una lágrima en una rosa Dios, he visto, en una rosa una lágrima, de alguien que no supo vivir y a ti no clama. Era la tierna madrugada de ayer, cuando él, toco la rosa y lloró; en su vida no tuvo la miel, de la dicha, y el tiempo lo alcanzó. Llegando a ser como río sin caudal, con grietas en su frente y manos, el peso de infructuosos años, de vivir, simplemente por respirar. Con corazón muy adormecido a tu voz, al amor y al suspiro, burlando al poeta y al enamorado, al religioso y al pobre lastimado. Una pequeña lágrima de un profundo mar, que... ¿Lo hará cambiar? Si a tì clama, se que en su pecho habrá, la dicha de amar.