CARTA A LA LUNA
La luz de tu mirada entra tenuemente atravesando el cristal de la ventana, un frágil resplandor que atraviesa con sólo unas cuantas delgadas líneas la negrura de ésta habitación, como si no quisieras sencillamente mostrar tu belleza con tanta facilidad, vanidosa como siempre te haces de rogar ante las miradas que te buscan, pero quien puede culparte por eso, después de todo eres única en éste mundo.
Eres tu, testigo de mis noches, testigo de mi vida tras el manto de oscuridad que llevo puesto eternamente; eres mi compañera, pues junto a mi has vivido las más grandes alegrías y las mas profundas tristezas; eres mi memoria, pues seguro que recuerdas con detalle inclusive lo que yo ya he dado por olvidado; eres mi guía, pues siempre que me he encontrado ante la penumbra de la incertidumbre has estado ahí para mí mostrándome el camino, ahí en lo alto del cielo, un lugar a donde yo nunca podré llegar.
Ya no recuerdo cuantas veces te he visto salir y posarte en lo alto de mi mundo tan llena de vida, como si cada una de las noches hubieras vuelto a nacer, siempre rebosante de energía, aún sabiendo que a la noche siguiente tendrás que permanecer ahí nuevamente, sola en medio de la infinita oscuridad, y la noche que sigue, y la que le sigue, para toda la eternidad, justo al igual que yo.
Hay tantas cosas que admiro de ti que no podría ponerlas todas en algo tan vulgar como solo palabras. Admiro tu belleza pues reboza de una blancura tan perfecta que hasta el más puro copo de nieve podría envidiar. Admiro tu personalidad, tan llena de distintas facetas, mostrando siempre una cara distinta a la noche anterior. Admiro tu compasión y caridad, pues incluso al ser más perdido en la más profunda oscuridad del mundo eres capaz de llevarle la luz y llenarle el corazón con tu brillante resplandor.
Tal vez deba agradecer al destino por haberme puesto en el mismo mundo que tú, por haberme presentado a tan bello ser, por haber puesto como indicaciones de mi camino aquellas que me llevan por el mismo sendero que pisas tu, porque de entre todos los seres me dio la oportunidad de estar contigo hasta el fin del tiempo. Pero como agradecerle, si al final de cuentas aunque estemos siempre juntos, estamos tan lejos.
Te ocultas ya nuevamente, no cabe duda, aún teniendo toda la eternidad hay veces que el tiempo es realmente corto... Me despido de ti entonces, te veré sin duda en la noche que nos sigue, pues la cadena que nos une nunca se romperá ni llegará a su fin, no nos separaremos jamás hasta que el mundo llegue a su fin y seguiremos siendo partícipes la noche.
Daniel Loire
- Fragmento -