Me vengo fijando desde hace mucho.
Doy vueltas,
acaricio cada contorno de piedra y sal,
y yo me fijo y no hay nada.
Nada que pueda hacerme sentir de otra manera.
De otra forma menos ligera y tranquila.
¿Te has fijado?
Mira cómo puedo quedarme:
fijo en un punto,
en un punto sin salidas ni senderos,
sin otra aspiración que quedarme sentado,
esperando,
hastiado de mí mismo,
como una estatua, un lecho,
un árbol sin ramas ni raíz.
La fijación se me vuelve una angustia
y la angustia una apatía
y la apatía empieza a enojar mis manos
y mis manos también se quedan mudas,
fijas y absortas,
moderadas y abiertas.
Deambulo por estas calles
con los pitos de los carros
queriendo fijarse
en mis oídos.
Y me quedo fijo de nuevo:
fijación siempre.
La fijación no es un instante.
La fijación es toda la vida.
