La salvación está en el hermano Problemas encontraremos siempre a lo largo del camino de la vida. Tampoco la relación con los demás es siempre fácil. Ni siquiera en el seno de la comunidad cristiana. Ahí también existen las envidias, los orgullos, los juegos de poder. Es así. Forma parte de nuestra condición. Pero todo eso se puede superar desde el deseo profundo y evangélico de vivir en fraternidad, de hacer el Reino, de construir la casa común para los hermanos y hermanas, para los hijos e hijas de Dios. Como no se puede superar es a través del individualismo, del poder, de la opresión, del “yo soy más fuerte que tú”. Todo eso rompe, divide y quiebra. No cura ni sana ni reconcilia. Los bienes o están al servicio de la fraternidad y del Reino o no valen nada. O se comparten o pierden su sentido. Pretende usarlos para ti solo y te sentirás como un camello intentando pasar por el ojo de una aguja. Compártelos, ponlos al servicio de los hermanos, de la familia, de los amigos y del bienestar común, y te sentirás ligero, capaz de sonreír y más rico y seguro que nunca de fraternidad, de relación, de amor, de cariño y de amistad. Ahí está la clave. Así es la Palabra de Dios, como dice la carta a los Hebreos. Nos dice la verdad aunque no nos guste oírla. Entra hasta el fondo de nuestro corazón, pone al descubierto nuestros más profundos sentimientos y luego nos deja libres para tomar la decisión que nos parezca oportuna.
Fernando Torres Pérez, cmf
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