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General: LA PALABRA DIARIA MES DE MARZO
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De: Tatisverde (Mensaje original) |
Enviado: 17/03/2010 03:35 |
Lectura de la profecía de Ezequiel 47, 1-9. 12
En aquellos días, el ángel me hizo volver a la entrada del templo. Del zaguán del templo manaba agua hacia levante-el templo miraba a levante-. El agua iba bajando por el lado derecho del templo, al mediodía del altar.
Me sacó por la puerta septentrional y me llevó a la puerta exterior que mira a levante.
El agua iba corriendo por el lado derecho.
El hombre que llevaba el cordel en la mano salió hacia levante. Midió mil codos y me hizo atravesar las aguas: ¡agua hasta los tobillos!
Midió otros mil y me hizo cruzar las aguas:¡agua hasta las rodillas!
Midió otros mil y me hizo pasar: ¡agua hasta la cintura!
Midió otros mil. Era un torrente que no pude cruzar, pues habían crecido las aguas y no se hacía pie; era un torrente que no se podía vadear.
Me dijo entonces:
- «¿Has visto, hijo de Adán?»
A la vuelta me condujo por la orilla del torrente. Al regresar, vi a la orilla del río una gran arboleda en sus dos márgenes.
- «Estas aguas fluyen hacia la comarca levantina, bajarán hasta la estepa, desembocarán en el mar de las aguas salobres, y lo sanearán.
Todos los seres vivos que bullan allí donde desemboque la corriente, tendrán vida; y habrá peces en abundancia. Al desembocar allí estas aguas, quedará saneado el mar y habrá vida dondequiera que llegue la corriente.
A la vera del río, en sus dos riberas, crecerán toda clase de frutales; no se marchitarán sus hojas ni sus frutos se acabarán; darán cosecha nueva cada luna, porque los riegan aguas que manan del santuario; su fruto será comestible y sus hojas medicinales.»
Palabra de Dios.
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Consuelo
Descanso en el consuelo del amor eterno de Dios.
A veces, quizás me parezca difícil encontrarle respuesta a un reto en mi vida. Tal vez trate de buscar una solución rápida y fácil, o acuda a alguien para que me resuelva el dilema. Mas, en vez de buscar fuera de mí, elijo acudir a mi interior.
Respiro profundamente. Descanso. Me doy cuenta de que las condiciones externas y temporales no son mi verdad. Las dejo ir, y al hacerlo, puedo sentir la seguridad de la presencia divina. Dios está en mí. Siento ahora Su consuelo, cuidado y amor.
Sé que todo está bien. Sin importar las circunstancias, puedo acudir a Dios, Quien mora en mí como guía inmutable en el camino de la vida. Descanso gracias al consuelo que esta conciencia me brinda.
Pero Jehová le dijo: "La paz sea contigo. No tengas temor, no morirás."—Jueces 6:23
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Primavera
La sabiduría, la fortaleza y el amor renacen en mí hoy.
Cada año veo el renacer de la primavera a medida que la hierba reverdece, las flores retoñan y las hojas brotan de los árboles. Cada señal de primavera sucede en el momento correcto y perfecto, cuando la tierra está lista para generar nueva vida.
Mi primavera personal ocurre al abrir mi corazón y mi mente a lo divino. Oro y medito, para preparar mi alma para su renacer. En momentos callados con Dios, quito mi atención de pensamientos y sentimientos que ya no me son útiles. Invito a la sabiduría, la fortaleza y el amor a mi vida, consciente de que estos dones me impulsan hacia el crecimiento y la renovación. Mi evolución tiene lugar cuando mi alma está lista y receptiva.
En su mano está el alma de todo viviente y el hálito de todo el género humano. —Job 12:10
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Transformación
Mi vida se desarrolla de manera significativa.
Quizás haya pensado que mi transformación llegará como un relámpago o puede que haya creído que tendré un cambio tan grande que los demás dirán: "¡Cómo te has transformado!".
Mas ahora sé que la transformación ocurre momento a momento. Tiene lugar en etapas. Miro en retrospectiva y me doy cuenta de que soy diferente. Tomo mejores decisiones. Escucho. Aprendo. Ayudo a los demás y veo la gloria en cada rostro. Estos cambios son una señal de mi nuevo ser.
Soy transformado gracias a cada decisión y cada paso nuevos, avanzando con una conciencia cada vez mayor del desarrollo de mi alma.
Y te será puesto un nombre nuevo, que la boca de Jehová te pondrá. —Isaías 62:2
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Gracia
Soy uno con la gracia ilimitada de Dios.
Estas palabras, del poema "Estoy siempre contigo" por James Dillet Freeman, describen bellamente la gracia de Dios:
¿Me necesitas? Estoy aquí contigo. No puedes verme, sin embargo soy la luz que te permite ver. No puedes oírme, sin embargo hablo a través de tu voz. No puedes sentirme, sin embargo soy el poder que trabaja en tus manos.
La gracia de Dios es constante y verdadera, provee todo lo que pudiera desear y más. Ella obra en mí y a mi alrededor. Es la luz que ilumina mi camino, la sabiduría que guía mis pensamientos y acciones, y el poder que me llena de fortaleza y paz.
Gracia y paz a vosotros de Dios nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.—2 Corintios 1:2
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Guía
Calladamente me acoplo con la sabiduría de Dios y recibo guía divina.
Todo el día, dondequiera que vaya, lo que quiera que haga, me uno a la sabiduría de Dios. Si tengo que tomar una decisión importante o estoy confundido acerca de cuál acción tomar, encuentro la respuesta gracias a la oración.
Afirmo que la luz divina resplandece en mí y por medio de mí ahora, mostrándome qué hacer y cómo hacerlo. Luego practico el arte de escuchar en el silencio, lo cual me ofrece nueva comprensión espiritual. El Espíritu trascendente y morador me eleva y aclara todos los caminos de mi vida, satisface todas las necesidades, me ayuda con todas las decisiones y responde todas las preguntas.
Acepto y sigo gozosamente la guía espiritual que recibo y mi vida se establece en paz, amor y armonía.
Cuando se toque trompeta, escuchad.—Isaías 18:3
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Perdonar
Perdono y soy libre.
De vez en cuando, no nos comportamos lo mejor que podemos. Cuando me doy cuenta de ello, en vez de juzgar recuerdo las palabras de Jesús: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen". Gracias a la presencia crística en mí, veo más allá de mi comportamiento, o del de mi hermano o hermana, y oro. Oro para ser capaz de aceptar la paz que me ofrece el perdón.
Sé que los errores ocurren al no ejercitar los dones de Dios de sabiduría y comprensión. En esta conciencia, perdono. Asumo responsabilidad por lo que he hecho y hago lo que pueda para corregirlo. Pero más importante que eso, acepto el poder del amor redentor. Al perdonarme y perdonar a los demás, soy libre. El Cristo morador ha despertado en mí.
Ve, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces vuelve y presenta tu ofrenda.—Mateo 5:24
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