Rima Aboudexamina la situación de las lesbianas palestinas que viven en Israel y la Autoridad Palestina. La autora confiesa que cuando se enamoró por primera vez de una mujer empezó a cuestionarse su sexualidad. Nunca había oído hablar de una mujer árabe homosexual, nunca había leído y nunca les había visto en la prensa. Ser mujer en una sociedad patriarcal es una lucha diaria por conquistar espacios de libertad más allá de las imposiciones sociales o familiares. La sociedad árabe-palestina tiene poca tolerancia, por no decir ninguna, ante la idea de la liberación de la mujer. Tampoco es fácil vivir en Israel, cuya sociedad prefiere no interferir en las formas de vida y en las tradiciones palestinas. La ONG Aswatofrece un marco que permite a las lesbianas palestinas manifestar sus sentimientos y opiniones, compartir experiencias y transformar sus experiencias en acciones.
Rima Aboud es Coordinadora de Información y Publicaciones de la ONG de lesbianas palestinas residentes en Israel Aswat, con sede en Haifa.
Mi nombre es Rima y soy la coordinadora de información y de publicación de la ONG de lesbianas palestinas Aswat. Estoy aquí en representación de mi organización para hablar sobre la situación de las lesbianas palestinas que viven en Israel.
Hay una creencia que por el hecho de vivir en un país occidental significa que estas protegida por leyes democráticas. La verdad es que, en el caso de Israel, no estas absolutamente protegida, ya que el propio país decide no mirar a las injusticias cometidas por tu propia sociedad, alegando que no quiere intervenir en las formas de vida y en las tradiciones palestinas.
Hace seis años, cuando me enamoré por primera vez de una mujer, empecé a cuestionarme mi sexualidad. Al principio, reprimí todo lo que sentía y elegí la única explicación lógica: que quería su espíritu independientemente de su sexo. El hecho de ser lesbiana no era algo que había considerado o que me había permitido parar a pensar.
Nunca había oído hablar de un árabe homosexual, nunca había leído y nunca les había visto en la prensa. Mi gran miedo era ser la única lesbiana árabe que jamás haya pisado este planeta. Sabía que no tenia ninguna oportunidad como lesbiana. No podía herir a mi familia. Quería estar a la altura de sus sueños y de aquellos de la sociedad, entonces, me casé.
Estaba ansiosa de conocer a alguien como yo. Estaba dispuesta a encontrarlas, leer sobre ellas y escuchar sus historias. Por aquel entonces, me jure que un día iba a contar mi historia, que iba a escribir un libro anónimo, para que la gente supiera de mi existencia y que viví esta vida como una mujer palestina homosexual.
Si lo hubiera sabido entonces, que después de un año de haberme casado, un grupo de mujeres empezó a reunirse y a dar el primer paso para mujeres como yo, mujeres que pensaban que eran las únicas mujeres en el mundo árabe. Esto me hubiera ahorrado noches sin dormir por preocupación y duda.
Aswat se inició cuando nueve mujeres decidieron que ellas no querían sentirse así nunca mas. Se dieron cuenta que si no se unían, habría muchas mas mujeres que arruinarían su vida a causa de la soledad o por rendirse a las normas exigidas a las mujeres por la sociedad. Nuestra organización se convirtió en un espacio acogedor y seguro para esas mujeres que estaban condenadas a vivir un rechazo continuo en sus propias casas.
Cuando les transmití a mis padres mi deseo de divorciarme y de irme a vivir sola se sorprendieron. No entendían porque prefería una vida solitaria a vivir en el calor y el confort de la casa paterna. Cuando me mudé, mi madre "liberal" vino a mi casa, "armada" con mi tío, y amenazó con forzarme físicamente a volver a casa si eso me iba hacer volver. Me pasé noches sin dormir y caminaba por la casa temiendo sus amenazas.
Sin hacer falta decirlo, mi madre estaba muy decepcionada y herida, y se negó a dirigirme la palabra durante un año entero. Obviamente, mi historia no es la mas dura de todas. Muchas mujeres sufren crímenes terribles y están siendo acalladas en sus hogares, por su propia familia y sus seres queridos.
Hace dos años, una mujer Drusa fue asesinada brutalmente en Haifa. Nadie sabía quien lo había hecho, pero se sabía que fue una matanza por honor, que significa que algún miembro de su familia se sentía avergonzado por algo que habría hecho, o no, y decidió matarla y enterrar la vergüenza que trajo a la familia. Su único crimen fue que alquiló un apartamento fuera de su pueblo. Otra fue obligada a huir de su hogar por causa de la violencia física constante que sufría. Se le prohibió abandonar su domicilio excepto para asistir a clases diarias. Aswat la acogió y le ofrecimos ayuda y apoyo. Hoy es una voluntaria nuestra y participa activamente de nuestros grupos de apoyo y cursos de ayuda.
Ser mujer en una sociedad patriarcal es una lucha diaria para conseguir nuestro derecho a vivir, a ser y a elegir. La sociedad árabe-palestina tiene poca tolerancia, por no decir ninguna, ante la idea de la liberación de la mujer. Aquellas mujeres que se desarrollan profesionalmente y consiguen ascender en sus profesiones son consideradas “rebeldes”. Así que ya os podéis imaginar como percibe la sociedad árabe-palestina a las mujeres que deciden explorar su sexualidad. Es un tema tabú en un entorno muy tradicional.
Aswat nace para dar respuesta a necesidad, que no es otra que la de hablar sobre sexualidad, en nuestro propia lengua, con gente que viene del mismo entorno, la misma realidad y que tiene las mismas experiencias. Hemos constituido el primer espacio seguro para mujeres homosexuales palestinas que residen en Israel y en los territorios ocupados. Somos el primer espacio seguro para mujeres homosexual palestinas en la comunidad Palestina en Israel y en los territorios ocupados.
Fundada en 2003, Aswat ofrece un marco que permite a las mujeres homosexuales palestinas oportunidades de manifestar sus sentimientos y opiniones, compartir experiencias y transformar sus necesidades en acciones. Brindamos servicios innovadores, formación y cursos de empoderamiento, apoyo y alcance hacia las mujeres gays palestinas en Israel, los territorios ocupados y al publico en general.
Nuestros programas y actividades responden a las injusticias sociales a través del alcance de acciones colectivas y el cambio social. Aswat cree en la justicia, igualdad y en la creación de nuevas oportunidades para facilitar el éxito en la las vidas de las mujeres.
La dirección de la oficina de Aswat es secreta. Solo lo saben organizaciones que están asociadas y fundaciones que nos apoyan. Sentimos que teníamos que proteger nuestras instalaciones por temor a ataques de radicales extremistas que piensan que fomentamos comportamientos inmorales y que desobedecemos el orden biológico de Dios. Hoy, seis años después de su fundación, Aswat puede ofrecer, no sólo un hogar, pero una nueva lengua y nueva literatura.
Todo lo que puedo decir es que nuestra realidad es una realidad desafiante, al ser una minoría nacional, somos mujeres en una sociedad dominada por el hombre y al mismo tiempo somos homosexuales, aunque no seamos del todo proscritas, somos rechazadas y muchas veces encarceladas en nuestros propios hogares.
Una imagen vale más que mil palabras. Y una impactante foto de dos chicos jóvenes, casi adolescentes, colgados en una grúa en el Irán de los Ayatollahs dio la vuelta al mundo. De pronto se hizo explícito y notorio, algo que se está produciendo en muchos países islámicos, y que la opinión pública internacional se negaba a considerar. Con esta imagen delante, ya no se podía mirar a otra parte. Y ahora es un deber moral el actuar para cambiar esta dramática situación de muchos gays y lesbianas que viven en un infierno particular en estos países.