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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: rocaluz  (Mensaje original) Enviado: 20/10/2010 03:28
francisco, como ha hecho tanta plata ?

 

- Yo inventé máquina de hacer pi-chi - Cómo es esa máquina ?
- Frente a mingitorio puse una máquina que Ud. pone moneda, sale mano de goma, baja cierre, saca pito, hace pi-chi, guarda pito, sube cierre.
- Que bárbaro !!! No me podrías prestar la máquina para ver si puedo hacer alguna plata ?
Al tiempo se lo encuentra y había hecho 3 veces más plata que el inventor.
- Cómo hizo más plata que yo ???
- Al lado de su máquina puse otra máquina, vió que la suya, Ud. pone moneda, sale mano de goma, baja cierre, saca pito, hace pi-chi, guarda pito, sube cierre ?. Bueno, la mía no suelta hasta que no pone otra moneda

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Entra un señor corriendo a una farmacia y dice - Rapido, deme algo para la diarrea, ¡pero YA!
Entonces el dueño de la farmacia, que era nuevo en el negocio, se pone un tanto nervioso y le da unas pastillas, el urgido las toma y se va.
Momentos despues el dueño de la farmacia se da cuenta de que por error e inexperiencia le ha dado al señor unas pastillas para los nervios. Horas despues llega nuevamente el señor diarreico a lo que el farmaceutico le dice:
- Mil disculpas señor, fíjese que por error le di un medicamento para los nervios en lugar de algun antidiarreico, pero digame, ¿cómo se siente usted?
Y el otro responde
-Cagao, pero no me importa


 

Un paciente va a cosultar a su doctor pues tiene un grave problema de diarrea, le pregunta:
- Doctor, ¿puedo ducharme con la diarrea que tengo?
- Bueno, si te es suficiente...
 
 

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Una señora tranquila y respetable entró en la farmacia y anduvo directamente hasta el farmacéutico, Mirandolo directamente a los ojos, y dijo,
-----"me gustaría comprar un poco de cianuro.
-----¿"Por qué necesita usted cianuro?"Pregunto el farmaceutico sorprendido.
La señora contestó,
-----"lo necesito para envenenar a mi marido."
¡El farmacéutico abrio los ojos grandes, y él exclamó,
-----"Señor, ten misericordia! ¡No puedo darle el cianuro para matar a su marido! ¡Eso es ilegal! ¡Yo perdería mi licencia! ¡Ellos nos enviaran a los dos a la cárcel! ¡Toda clase de cosas malas pasarán! ¡Absolutamente no! ¡Usted no PUEDE obtener el cianuro!"
La señora metió la mano en su monedero y sacó una foto de su marido en la cama con la esposa del farmacéutico.
El farmacéutico miró el cuadro y contestó,
-----"Bueno, ahora es diferente.
Usted no me dijo que usted tenía una prescripción."


Para festejar los 90 años del abuelo, le organizaron una fiesta los hijos, nietos, bisnietos, sobrinos, amigos y demas. A eso de las once de la noche, ya casi todos alcoholizados, ven que el abuelo se va de lado en la silla.
"Eh, el abuelo se cae!", grito uno, y todos corrieron a enderezarlo.
Al rato, otra vez el abuelo se va de lado en la silla.
"Eh, miren! Cuidado, el abuelo se cae!", y otra vez a enderezarlo.
Por tercera vez ven al abuelo inclinarse; y al enderezarlo, este dice con voz temblorosa:
" Con una chingada ............. ¿ Es que no van a dejarme tirar un pedo tranquilo ? "



Un escritor llegó a un pueblito mexicano, alejado de toda civilización.
Tenía la idea de escribir un libro con las anécdotas de los pobladores, para reflejar sus hábitos y su cultura.
A tal fin, se fue a buscar al hombre más viejo del pueblo.
Cuando lo tuvo enfrente le explicó:
- Mire, estoy juntando datos para escribir un libro. ¿Usted se sabe alguna historia que pudiéramos contarle a los de la ciudad ?
Algo que usted haya vivido y que recuerde con frecuencia.
El anciano puso la mirada en blanco como buscando un recuerdo y empezó su historia:
- ¡Ah, sí! Una vez se perdió la esposa del Chuy, el que vive aquí tras lomita. Pues se vino la noche y la señora que no apareció.
Entonces todos los hombres del pueblo nos reunimos y nos llevamos un buen cargamento de mezcal y nos metimos al monte a buscarla.
Allá a los tantos días la encontramos y como ya andábamos medio querendones por el mezcal, pues uno por uno le soltamos la pasión a la esposa del Chuy...
El escritor se asombró ante el morbo con el que el anciano recordaba esa anécdota y pensó que no podía contar ese episodio, así que optó por cambiar de tema:
- ¿No se acuerda de algo cómico? Algo que lo haga reír a usted y a todos los del pueblo? No sé, algo extraño.
Una vez más el anciano hizo su particular gesto, una sonrisa se esbozó en su rostro e inició una nueva historia:
- ¡Pues sí! Una vez se perdió una chivita del Vicente. Pues la noche se vino y la chiva no apareció. Nos volvimos a reunir todos los hombres del pueblo, nos hicimos de un buen cargamento de mezcal y nos metimos al monte a buscarla. Después de días la encontramos y como ya andábamos medio querendones por el mezcal, pues otra vez, uno por uno, le dimos calor a la chivita.
Y el anciano soltó una carcajada lasciva mientras le brillaban los ojos de manera muy rara. El escritor, para no quedarse con el viaje en balde, volvió a insistir:
- Y... ¿No tendrá otra historia? Tal vez algo triste. Algo que lo haga llorar ?
La risa del anciano desapareció de inmediato, la vista se le nubló y dos lágrimas se le escurrieron por sus curtidas mejillas.
on una voz casi imperceptible dijo:
- Sí, una... una vez me perdí yo.



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