Aunque te sientas solo y castigado
por un olvido cada vez más fuerte,
y te parezca estar abandonado
porque nadie te aguarda ni te advierte
no estás solo del todo y olvidado,
pues, entre tanta soledad y muerte,
alguien que no se aparta de tu lado
vive para escucharte y comprenderte.
Abre las puertas rojas de tu herida,
y entrando en lo más hondo de tu vida
(donde el dolor es solamente tuyo)
percibirás con misteriosa calma
la luz de un alma en la raíz del alma
y el bien de un corazón dentro del tuyo.