ESPECIALISTAS EN QUEJARSE

¡Qué asco de tiempo, otra vez lloviendo y olvidé mi paraguas...!
Anoche dormí mal y estoy cansado... ¿Por qué llegas tan tarde?...Este café no hay quien lo tome...Siempre meto la pata... ¡Hay que ver lo mal que habla ese hombre!...Estoy aquí como un tonto y no hago nada...No encuentro las dichosas llaves, ¡qué fastidio!... ¡Cómo apesta a tabaco este sitio!...

Hay personas que son especialistas en quejarse y cada cosa que dicen es un triste lamento. No les gustan las cosas y vivir a su lado desespera. Eternos descontentos que siembran el desaliento, cantando las miserias de la vida. Si no es con el gobierno, la toman con el perro o con el ruido, el caso es protestar, criticar, resaltar los problemas, echar o echarse en cara algo, preocuparse. Son los quejicas que tienen su atención puesta en las limitaciones de la vida. Sólo en las pegas. Nada parece estar como es debido.

Ellos no se dan cuenta y, poco a poco, se hacen insoportables y les huye la gente como si de la mismísima peste se tratara. Los rechazan. Agrian las relaciones personales y amargan y se amargan la existencia. Consiguen que los otros hablen a su vez mal de ellos si se quejan, y les vuelven la espalda. Y por si fuera poco, al quejarse mantienen su nivel de adrenalina alto, elevando con ello su tensión muscular y arterial. Se hacen más irascibles y así perjudican su organismo. Es negativo hasta para el sexo, pues no disfrutan de él. O más bien lo que pasa es que evidencian que no andan, lo que se dice, sexualmente satisfechos. Y más cosas.

Las pautas que hay que seguir son muy sencillas para usted, si se reconoce entre los que padecen la epidemia. Basta con callar o callarse centenares de veces, ante centenares de cosas sin ninguna importancia, y no aburrir a nadie con sus quejas, cantando sus achaques y aireando sus males. Eso sería suficiente. No obstante, si prefiere progresar algo más y dejar buena imagen, diga de vez en cuando de qué está contento, qué le agrada, qué está bien en su casa o cuándo sabe bien ese menú cocinado con esmero. Vivirá más contento y contagiará su estado de ánimo a otras personas. Hará más soportable esta vida a su familia y a sus amigos.

Consiga, al asomarse a la ventana de su celda, ver antes las estrellas que el barro del camino, Cuesta el mismo trabajo

MARCELA