«Adiós, doña Concha. Valencia ha perdido una de sus figuras más señeras. Con doña Concha desaparece una valenciana y una gran artista, considerada como la reina de la tonadilla y mito clásico del género. Única e inmortal en su arte». Así rezaba la portada de LAS PROVINCIAS con fecha 13 de diciembre de 1990. La cantante, nacida en el valenciano barrio de Sagunto, fallecía a los 82 años en Madrid. El diario decano de Valencia dedicó entonces un cuadernillo especial de 'Gente' dedicado a la artista que inmortalizó con su voz 'Ojos verdes', 'Suspiros de España' o 'Y sin embargo te quiero'. En seis páginas condensó la trayectoria inabarcable de la Piquer, tanto personal como profesional.
Ayer se cumplió 20 años de la muerte de la cantante, quien, junto a la también valenciana Lucrecia Bori, alcanzó las más altas cotas de éxito más allá de la piel de toro durante la primera mitad del siglo XX. La Piquer, como las grandes figuras de cualquier disciplina cultural, se despidió de la Tierra pero su arte sigue vivo. No se ha parido voz como la suya. Ningún otro nombre de la canción española eclipsa su herencia musical que se agigantó con su triunfo sin fisuras en Estados Unidos, al que viajó con apenas 15 años en un transatlántico que partió de Vigo. Y regresó a España, acompañada por sus míticos baúles, como una gloria nacional.
Saboreó la fama de Broadway cuando los españoles no se podían permitir el lujo de soñar dado que a duras penas sobrevivían en una país de carencias. Allí hizo historia de la canción y, según se ha conocido recientemente, del cine. Una cinta encontrada en la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos prueba que Concha Piquer protagonizó la primera película sonora en español en 1923, cuatro años antes de que Alan Crosland rodara 'El cantante de jazz', considerada por los historiadores como la primera obra cinematográfica hablada.
La figura de Conque Piquer fue rescatada para el musical 'Los baúles de la copla', que se estrenó a principios de año. Con anterioridad, el Ayuntamiento de Valencia homenajeó a una de sus ilustres hijas dando el nombre de la artista a una calle y creando la Casa Museo de Concha Piquer (calle Ruaya, 23), un centro que recibe más de 10.000 visitantes al año.
Pese a la huella física de la folclórica en su ciudad natal, la intérprete de 'Yo soy esa' o 'La Maredeueta' es un mito que sigue vivo gracias a sus canciones y sus películas y al que se le recuerda más allá de las efemérides.