LA JILGUERITA
El eco alegre de las campanas de Navidad se siente ya muy próximo…
Y en la escuela de aquel suburbio ciudadano todo gira en torno a este tema.
El Niño Jesús es el centro de la vida escolar.
La maestra, una muchacha joven con gran Espíritu Navideño, ha descrito la estampa, tan plena de sencillez y emoción, del portal de Belén y la venida del Mesías
que todo se torna palpitante de realidad…
La belleza de Maria, la bondad de San José, la dulzura de aquel Niño, Dios y Hombre a la vez…la ofrenda de los pastores… el gloria de los angelitos…la adoración de los
Magos…
Los niños y niñas, plenos de emoción, escuchan con el alma en los ojos…
Y deciden poner un Belén con todas las figuritas. Y van trayendo cosas más o menos
aprovechables: El Belén va tomando aspecto.
Una tarde la maestra, para dar a la fiesta de Navidad un significado caritativo,
como corresponde en estas fechas, dice a los niños :
- Ya sabeis que el padre de Petrilla está enfermo y no trabaja desde hace tiempo, son varios hermanos y la pobre madre se ve muy mal para comprar alimentos y medicinas. A ver si entre todos podemos reunir para comprarle una cesta y llevársela en Nochebuena. Ya sabeis que socorrer a los pobres es como si lo diéramos a la Virgen y al Niño. ¿ Quereís ¿ .
Todos asienten compasivos.
Entre los alumnos está Jilguerita, llamada así por su bonita voz y lo bien que canta. Escucha a la maestra con los ojos muy abiertos. Es una niña sensible,
de simpáticos arranques generosos y le viene una idea feliz.
Al anochecer de ese dia frio , en una de las glorietas de más intenso movimiento,
vemos a una parejita de niños. Ella es la Jilguerita y él su hermanito, delante de ellos en el suelo, tienen un bote y cantan melódicamente un villancico con sus dulces voces infantiles.
Algunos transeúntes se detienen para escucharlos y les van dejando monedas.
Allí cerca hay una pasteleria con las más exquisitas golosinas y el niño le dice a su hermana:
- Oye Jilguerilla podríamos comprar algunos dulces, estoy hambriento.
- No, no, este dinero es para la cesta de la madre de Petrilla.
-
Y la niña, cansada, hambrienta y con frio, sigue cantando. Y hay una tan dulce expresión en su vocecita, que una señora conmovida, les contempla un momento y se siente inclinada a informarse :
- Decidme niños ¿ qué haceis aquí con el frio que hace ¿ en qué vais a emplear ese dinero que recaudais cantando ¿
- Verá usted señora…El padre de una compañera está muy malito y no tienen qué comer…Y nosotros lo que recojamos cantando se lo vamos a dar a la maestra para comprarles una cesta de Navidad.
La señora quedó impresionada porque vió la verdad en los candorosos ojos de la niña y ante la mirada deslumbrada de la pequeña dijo:
-Toma preciosa. Aquí tienes este billete para esa cesta navideña y este más pequeño para que tú y tu hermano os compreis unos dulces, que estáis tiritando de frio y hambre. Y volved a casa que ya es tarde.
Los dos pequeños no sabian como expresar su agradecimiento a la buena señora.
Cuando, a la mañana siguiente se daban los últimos toques al Nacimiento, llegó la Jilguerita radiante de alegría y puso en manos de la maestra la recaudación íntegra de la noche anterior. Arrasáronse los ojos de la señorita al saber la aventura y pensando en la necesidad en que se encontraba también la familia de la pequeña y que habia olvidado sus propias necesidades para socorrer a otros seres más desvalidos.
Y pareció que una sonrisa nueva floreció en los labios del Niñito Jesús del Belén
y de su Madre bendita.
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- Parte de un cuento navideño que tengo guardado desde hace años y al que he tenido que hacer algunos arreglos - Rosa Mary