La poetisa Marysol Salval canta a la vida y al amor por medio de sus poemas. Ella vivió en Huaraz, en la sierra peruana, donde convivió con los indígenas, de ahí que conozca el alma de la gente de esa tierra.
Niña Andina
Eres niña, linda flor de los Andes
Te parió tu madre y así moría
Ya tu padre en guerrillas se envolvía
Quedaste sola en un mundo de grandes.
Te sientes miserable y olvidada
En el pueblo que tu angustia cobija
Del hambre y la pena crees ser la hija
Que nació mendiga, desamparada.
En tus ojos hay lágrimas oscuras
Negras perlas que cuentan de tu vida
De la angustia de calles sin salida
Una senda regada de amarguras.
Eres libre cuando ves las montañas
Y al cóndor que se eleva en las alturas
A la llama que corre en las llanuras
Y al guanaco escondido entre las cañas.
Entonces brilla el sol en tu mirada
Se iluminan las piedras del camino
Ya eres llama que pasta su destino
Ya eres cóndor al cielo liberada.
Eres huérfana andina, piel morena
Que aprendió a olvidar las noches malas
En la cima el viento canta en tus alas
Dulce arrullo que brota de la quena.
Dios te hará mujer bella, esplendorosa
Tus manos tejerán mejor futuro
Derribarás de la miseria el muro
Volarás alto, libre y orgullosa.
© - Marysol Salval
Marysol Salval se acerca al alma humana y describe sus penas, sus alegrías y sus emociones, y tiende puentes con la solidaridad, la compasión y el amor.
Si te dicen que he caído
Si te dicen que he caído
Como cae una piedra rodada en el río
Si te cuentan que hundida me vieron
Cubierta hasta el cuello en légamo frío
No me crucifiques como en Esquilino
Se crucificaba al criminal vencido.
No des vuelta el rostro sin oír primero
Que el tropiezo puede ser el yunque
Donde el golpe seco del padecimiento
Amalgame inclemente un cruel destino.
Si te dicen que he caído
Si tú has sabido que estoy en el fondo
Malaventurada, sedienta en la sombra
Bramando en la orilla como ciervo herido
No me des la espalda, no cierres los ojos
Como el despiadado que no ha concebido
Que el camino es largo y larga es la vida
Que no todo tiene el color de la espiga
A veces se oculta la luz de la aurora
Y te arrastra el fango tras una quimera.
Si te cuentan que hundida me vieron
Solitaria, perdida, sin rumbo alguno
Piénsalo un momento tan sólo te pido
Y no me señales con dedo extendido.
Yo estoy de rodillas, sé que he caído
Pero quizás mañana desde la ignominia
Pueda levantarme con la frente erguida
Renacer del cieno que ahogó mi lumbre
Y preñada de luz frente al horizonte
Retome la huella que había perdido
Para empezar de nuevo
a andar el camino.
© - Marysol Salval
La poetisa María Soledad Salazar Valenzuela (literariamente conocida como Marysol Salval) nació en Villa Carlos Paz, Córdoba, República Argentina el 30 de enero de 1960. Sus padres se trasladaron a Arequipa, Perú, cuando apenas contaba un año de vida. Con siete acompañó a su familia a su nuevo hogar en la ciudad de Lima, donde vivió hasta hace quince años en que se mudó a la zona de Villarrica-Pucón, en La Araucanía, Chile. Cuenta con la nacionalidad argentina por haber nacido allí, la española por su padre y la chilena por su madre. Publicó un libro de poemas junto con Juan Antonio Quintana en el 2004. Desde entonces no ha dejado de publicar en Comunidades literarias y en blogs numerosos poemas y textos en prosa. Tiene preparados dos libros de poemas para su publicación, uno de ellos de haikus y haigas. Varios poemas suyos han recorrido la red desde el primer momento como son "Si me ves cansada", "Quédate" y "Alzheimer" entre otros.
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