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General: LOS DUEÑOS DEL HAMBRE
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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: LAYLAsoy  (Mensaje original) Enviado: 18/01/2011 17:22
 

 
 
 
 

LOS DUEÑOS DEL HAMBRE

Ellos están allí, fumando un puro,
fermentando sus lentas digestiones,
rozándose las calvas en los muslos
de alguna amante cara.
Ellos están allí, no saben nada.
Menean la cabeza, se lamentan,
cotizan los trigales.

Son obesos riñones alfombrados.

Acusan un perfil feliz sin sangre,
regatean la luz, se dan la mano,
empujan el destino con bolsillos,
racionan el esperma semanal,
no se derrochan.

Van con el pan de los otros descontado,
con la risa llenando portafolios,
con robados veranos asaltados.

Se llaman chevrolet y billetera,
abono en el Colón, estancias, haras.

Se abotonan al hombre en la bragueta.

Ellos están allí, no saben nada.
Pero uno sabe todo y se camina,
se cambia los zapatos,
fuma, escribe,
saluda a los vecinos, se sonríe,
se mira de costado en las vidrieras.
Se muerde el corazón hasta la boca
para afirmar un verso o un amigo,
se moja la garganta, llora, grita,
entroniza el amor en cualquier rostro,
se toca codo a codo con la gente.
Sucede que es domingo y uno sale
pateando el sol azul en las veredas.
O lee titulares en los diarios:
un terremoto en Méjico,
un general baleado por la espalda,
inundación, disloque, huelga, hambre,
un tren descarrilado, una epidemia.

Es cierto, están allí, no saben nada.

Pero uno sabe toda esta consigna
de amar la hormiga muerta, los otoños,
un banco puesto al sol sobre una plaza.
Uno sabe decirse que es bastante
tener que andar llorando por un cielo,
por un pedazo viejo de esperanza
que alguno se comió tras una puerta.
Uno sabe querer todo este mundo,
su triste circular, su pozo grave,
su perfume de niños abortados.
Uno sabe morir y se le trepa
la calle por la sangre hasta los ojos,
quisiera repartir la primavera,
volverse un barrilete,
ser un perro,
tener la vida entera en los talones,
donar el hueso, el nombre, la alegría.

Y sin embargo están allí, fumando un puro,
se afeitan diariamente, son los dueños
del tiempo y la porción,
no saben nada.
Caminan embozados, desparraman
un agrio olor a flor de velatorio.

Se abotonan al hombre en la bragueta.
Aún cambian estrellas por monedas.

NIRA ETCHENIQUE



 
 

 
 


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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: Marthola Enviado: 18/01/2011 18:41

Los condenados de la Tierra

de Leandro Grille, el jueves, 13 de enero de 2011 a las 18:42

Si un observador extra galáctico visitara la Tierra con la misión de elaborar un informe para su planeta sobre el desarrollo de la vida inteligente por estos lares, y tuviera a bien aterrizar en un barrio residencial francés, o en una avenida fastuosa de Miami, o en el patio de una mansión de Punta del Este, seguramente se enfrentaría a un dilema intelectual mayor: escribir –o cualesquiera que sea el método de registrar sus observaciones– sobre su experiencia inmediata y relatar con minuciosidad el lujo, la abundancia y la calidad de vida de un aparente paraíso en el universo, o describir la desolación, la miseria, y el terror que tiene que subyacer a semejante despilfarro.

 

En cada cuerpo bronceado por el sol esteño que consume agua Evian y se pasea en vehículos descapotables de ciento cincuenta mil dólares, en la psicodelia de las luminarias miamenses, en las mansiones de veinte dormitorios donde viven dos adultos, dos niños y dieciséis mascotas en París, si nuestro marciano fuera un tipo medianamente perspicaz, observaría los ríos de sudor y de sangre, la multitud de famélicos cubiertos por las moscas, los ejércitos criminales ejecutando gente en lugares remotos, vería, en suma, la colosal dimensión del infierno concreto y escribiría un memo interplanetario, posiblemente titulado Haití.

 

Porque después de todo, no hay mucho más que dos posiciones filosóficas fundamentales, las de aquellos que cuando observan las fiestas del consumo, la riqueza, la acumulación de propiedad y el derroche, se les cae la baba y ven éxito, progreso y superación, y las de quienes cuando observan exactamente lo mismo ven la contracara de miseria, ignorancia y abandono que lo permite.

 

Por eso no coincido con todos los que han dicho por estos días que la comunidad internacional o, con mayor precisión, el mundo rico se ha olvidado de Haití a un año del terremoto devastador que mató casi 300.000 personas, porque apenas ha enviado el diez por ciento de la ayuda comprometida para la reconstrucción; por el contrario, el mundo rico es uno y uno solo con Haití, es necesariamente Haití como revés indisociable de la trama, y todos los excluidos del capital. Sin Haití, y las miserias del África y las Antillas francófonas, todo el poderío económico de Francia no existiría y la base de semejante éxito puede ocultarse por consideraciones estéticas, pero no se olvida nunca.

 

Haití es el infierno sobre la Tierra porque fue escenario de la primera revolución negra victoriosa y los dueños del mundo ni olvidan ni perdonarán eso y se lo han cobrado con brutalidad por más de doscientos años, y se lo seguirán cobrando hasta el juicio final que, si lo dirige la Iglesia lo tienen completamente amortizado, como bien debería recordarnos la extinta y canonizada Teresa de Calcuta que, como buena agente vaticana, visitara Haití en 1981, prodigándose en elogios al genocida Duvallier.

 

Al noroeste de Haití se extiende por tan sólo setenta kilómetros el Paso de los Vientos, la entrada a la corriente circular y al suicidio eólico del Mar de los Sargazos, que separa el Cabo San Nicolás en el extremo occidental de La Española, de la Punta de Maisí en Cuba. Setenta kilómetros que habría que navegar en una embarcación hemingwayniana cavilando sobre la significación histórica de lo que se transita.

 

Porque el Paso de los Vientos es de muchas formas un túnel expuesto que atraviesa la arquitectura dimensional de la especie humana, uniendo o separando dos universos paralelos, dos destinos posibles para “los condenados de la Tierra”, como escribiera Franz Fanon. De un lado, la isla donde triunfó la rebeldía, del otro, la isla donde se concentraron las venganzas, luego que Dessalines declaró la independencia de Haití y echó a los franceses el 1 de enero de 1804, precisamente el mismo día pero 155 años antes del triunfo de la Revolución Cubana.

 

Mientras la prensa mundial y el pensamiento dominante se empeña constantemente en denunciar a Cuba por no renunciar a su derecho a construir el socialismo y le dedica infinidad de editoriales a demostrar los desgraciado que es vivir en un país donde no se puede ni se alienta a acceder a los bienes de consumo que ofrece el sistema mundo contemporáneo, apenas registra la existencia del vecino calvario, salvo en efemérides y como una curiosidad de ensañamiento bíblico de la naturaleza.

 

Así se leen editoriales sumamente estúpidos y se escuchan comentarios imbéciles casi todos los días hablando del salario de un cubano medio en relación al dólar, y se ignora olímpica e inmoralmente la devastación de la miseria creole. ¿Es que puede existir mayor contraste? Un país sin analfabetos, con la mayor tasa de universitarios del tercer mundo, que acaba de difundir un producto terapéutico totalmente recombinante contra el cáncer de pulmón, entre centenares de logros científicos que lo ubican como una potencia mundial de la biotecnología, que cerró el año 2010 con una mortalidad infantil de 4,5 por cada mil nacidos vivos, llegando al borde del límite teórico, y discutiendo en asambleas la forma de mejorar su sistema económico y social, con la tierra arrasada de su nación vecina, con el ochenta por ciento de la gente viviendo en la indigencia, sin educación pública, y con un millón de personas sin techo, donde el hambre y el cólera se expanden como un reguero de pólvora ante la mirada impávida de un mundo dedicado a un conferencismo insustancial, mientras la gente se muere a raudales sin la más mínima asistencia.

 

Y así estarían muriendo solos de toda soledad los hermanos haitianos, si no estuvieran ahí para evitarlo las brigadas médicas de internacionalistas cubanos, con más de mil doscientos médicos haciéndose cargo de la mayor parte de los enfermos ante el silencio de la prensa mundial que lo oculta, y los seiscientos médicos haitianos recibidos en Cuba, constituyendo el mayor contingente médico de nacionales, formados de manera completa y absolutamente en la Escuela Latinoamericana de Medicina. Y así estarían sin educación los pobres haitianos, si no estuvieran los maestros cubanos alfabetizando y asumiendo la educación del pueblo, mientras el mundo habla de las visitas de Clinton y amplifica los lamentos de cuanto burócrata internacional se pasea por Puerto Príncipe.

 

Puede que Cuba se caiga a pedazos, como dice Pepe, pero esos pedazos están demostrando que en el tercer mundo, y más aún en el Caribe, ningún otro sistema ha logrado más en la preservación de la vida, la expansión de la educación, el abatimiento de la mortalidad infantil, el desarrollo de la ciencia y el conocimiento, la lucha contra el tráfico de drogas y la violencia, y la incorporación de la solidaridad con todo, hasta con lo que no se tiene, como forma de vida. Esos pedazos, aunque se empeñe en ignorarlo la prensa mundial, esos gloriosos e invictos pedazos están peleando solos en mitad del infierno. Esos pedazos están salvando a Haití.

(cuando habla de Pepe es mi Presidente Don Pepe Mujica)

♥★⁂⁂★♥ marthola♥★⁂⁂★♥


Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: marce702 Enviado: 07/04/2011 06:00
No me cabe duda que tras la muerte,
 para las grandes personas como Layla,
Gaviota Azul,
Charito,
 están reservados los grandes lugares.
 Ese gran lugar es un regalo
 y ese regalo es permanecer en los corazones
 de todos los que la han querido.
 Eso significa ser eterno y la eternidad es inmortal. 
Adios Gaviota Azul
sigue tu viaje al cielo
que los ángeles te guían.
Tu amiga Marce
que siempre te llevara

déjame ser  la gaviota  que se acerca a tus playas
aunque luego en la distancia se pierda tu vuelo
y me quede soñando  en soledad  y ahogando mi tristeza

Gaviota azul
LAYLA


 
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