Una pesca inolvidable

Él tenía once años y, cada oportunidad que había, iba a pescar en la plataforma cerca de la casa de campo de la familia, en una isla que estaba en medio de un lago. La temporada de pesca comenzaba al día siguiente, pero papá e hijo salieron al final de la tarde para pescar sólo por diversión, por que los pescados debían ser devueltos al agua.

El niño puso una lombriz en el anzuelo  y comenzó a practicar  lanzamientos. Cuando sintió que algo jalaba del otro lado, él supo que había pescado un pez enorme. Su padre miraba con admiración, mientras el niño hábilmente, y con mucho cuidado, sacaba el pez del agua. Era el mayor que había visto, sin embargo, su pesca sólo era permitida en la temporada. El niño y su papá miraron el pescado, tan bonito, las aletas se movían para atrás y para adelante. El papá, entonces, prendió un fósforo y miró el reloj. Eran las diez de la noche, faltaban sólo dos horas para el comienzo de la temporada. En seguida, miró el pescado y después a niño diciendo:

¡Hijo, tienes que devolverlo!

¡Pero, papá!, protestó el niño.

Vas a pescar otro, le dijo el papá.

No tan grande como este, contestó el niño.

El muchacho miró alrededor del lago. No habían  otros pescadores por ese lugar. Volvió nuevamente a mirar para su padre. Incluso sin nadie cerca,  el niño sabía por el tono de voz de su padre, que la decisión era innegociable.

Lentamente, sacó el anzuelo de la boca del enorme pez, y lo devolvió al agua oscura. El pez movió rápidamente el cuerpo y desapareció. Y, en aquel momento, el niño supo que jamás vería un pez tan grande como aquel.

Eso sucedió hace treinta y cuatro años. Hoy, el niño es un arquitecto con mucho éxito. La casa de campo continúa allá, en el medio del lago, y él lleva sus hijos para pescar en la misma plataforma. Su intuición fue exacta. Nunca más logró pescar un pez tan maravilloso como el de aquella noche. Sin embargo, siempre ve al mismo pescado todas las veces que se enfrenta a alguna cuestión ética. Porque, como su papá le enseño, la ética es simplemente una cuestión de “ correcto o  errado”.

Actuar correctamente, cuando se está siendo observado, es una cosa fácil. La ética, sin embargo, está en actuar correctamente cuando nadie nos está viendo.

Esa conducta recta solo es posible cuando, desde niño, se aprende a devolver el PEZ AL AGUA.

La historia valoriza no como se consigue evitar las reglas, sino como, de acuerdo a ellas, es posible hacer las cosas correctas.

La buena educación es como una moneda de oro: TIENE VALOR EN TODAS PARTES.