La pobreza en nuestra vida espiritual
no significa carencia de dinero o de riqueza material.
La pobreza en nuestra vida espiritual significa la ausencia de un clamor consciente por Dios.
Una persona está empobrecida en la vida espiritual solamente cuando no puede permitirse dedicar un minuto fugaz a Dios.
Si no puede pasar algún tiempo pensando en Dios,
rezando a Dios o trabajando para Dios,
está realmente empobrecida en el mundo interno.
Un aspirante es realmente rico cuando siente que su vida entera es para Dios. Es más rico cuando ve que su aliento es para Dios.
Es la persona más rica de la Tierra cuando descubre que ella y Dios se necesitan mutuamente, se aman mutuamente y están eternamente orgullosos uno de otro.
Este descubrimiento sólo puede hacerlo cuando vive en el alma.
Su alma constantemente hace emerger la realidad desde las más recónditas cavidades de su corazón y sitúa la realidad delante de ella.
Su alma le hace sentir que ella y Dios son inseparablemente uno.
Dios la necesita para manifestar Sus infinitas posibilidades y capacidades sobre la tierra, y ella necesita a Dios para realizar la altísima Verdad del Más Allá.
Ningún aspirante es ni puede nunca ser pobre si vive en el alma.
El alma es plenitud, el alma es infinitud.
Si el aspirante vive en el alma, él es todo aspiración, él es todo realización, él es todo perfección.
La vida del aspirante está inundada de luz.
La luz en su cuerpo es su belleza.
La luz en su vital es su capacidad.
La luz en su mente es su gloria.
la luz en su corazón es su victoria.
Fordham University
Bronx, Nueva York
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