Hay un tiempo para anticipar la llegada del
bebé.
Para consultar al médico, para hacer dieta y
ejercicios, para preparar el ajuar.
Un tiempo para soñar lo que será ese niño, cuando
crezca, para pedirle a Dios que nos enseñe a criar al hijo que llevamos en las
entrañas, para preparar nuestra alma para alimentar la suya, pues pronto ese
niño nacerá.
Hay un tiempo para mecerlo y pasear por la habitación,
para ejercer el derecho y la abnegación.
Un tiempo para maravillarnos de lo que es él, ni
mascota, ni juguete, sino Persona.
Un tiempo para cuidar de él, edificarlo, maravillarse
y sentir asombro.
Un tiempo para dejar de lado los platos sucios y
llevarlos a la plaza a hamacarse, de correr una carrera, hacerle un dibujo,
atrapar una mariposa, cantar en vez de renegar, de sonreir en vez de fruncir el
ceño, de secar lágrimas y reirse de los platos rotos, de contestar a todas las
preguntas… porque vendrá el tiempo en que no querrá escuchar nuestras
respuestas.
Hay un tiempo para enseñarle a ser independiente, a
tener responsabilidad,para ser firme pero afectuoso, para saber disciplinarlo
con amor, porque pronto llegará el momento de dejarlo partir y de soltar los
lazos que lo atan a nosotros.
Una hora de dedicación podrá hoy salvar años de dolor
mañana, la casa, los platos, la pieza nueva pueden esperar.
Llegará el momento en que no habrá más puertas que
golpear, ni juguetes desordenados, ni peleas, ni marcas en la
pared.
Entonces podremos mirar atrás con gozo, y saber que
estos años de padres no se desperdiciaron.
Dios, danos la sabiduría para saber que hoy es el
día de nuestros hijos, y que nuestro tiempo es hoy.
…Porque los hijos no
esperan.
(autor desconocido)