Basta que estemos
completamente seguros de algo, para que los años se transformen en experiencia y
nos encontremos diciendo 'esto no era tan así'. Y si, así es de interesante la
vida, algunas preguntas no tienen respuesta y otras modifican su resultado, tras
haber andado.
Pero, hay algo de lo que
podemos estar seguros, preguntarse siempre es sabio. La duda es la fuente de la
mayoría de las ramas del conocimiento y la intelectualidad. La filosofía en sí
misma no existiría, si algunos de sus máximos referentes no se hubieran
cuestionado la vida, la muerte, la existencia, la ciencia, la política, la
economía, la religión o la trascendencia. Más allá de las conclusiones, lo
interesante es el proceso. La pregunta es aquel disparador que generará la
capacidad de pensar. En cambio, si se comienza por la certeza no habrá análisis,
ni evaluación posible, solamente, una jactancia.
Es cierto, que muchas
veces la duda deriva de una crisis. Cuando se vive un momento de plenitud, es
extraño que nos preguntemos demasiado. Pero, ¿cómo llegamos a estar satisfechos
con nosotros mismo sí antes no nos preguntamos ciertas cuestiones fundamentales?
Generalmente, los
momentos de crisis son los períodos claves para barajar y dar de nuevo. Volver a
empezar está absolutamente relacionado con una primera pregunta, tan existencial
como real ¿Quién soy? Uno se cree que este interrogante es propio de la niñez y
de la adolescencia, pero en la adultez vale la re pregunta, ¿y ahora quién soy?
¿Soy lo que soñé? ¿Estoy conforme con lo qué me sucede?
Aquella pregunta
inicial, en las primeras etapas de la vida era acorde a quien éramos en ese
momento. La experiencia luego nos traviesa, y aprendimos, logramos, fracasamos,
y así es el momento de conocernos de nuevo, de darnos identidad con los años,
sumar aprendizaje.
Nada es terrible en el
cambio. Es frecuente, escuchar a muchas personas lamentarse por no haber logrado
tal o cual meta, cuando en realidad eran objetivos de una etapa distinta de
nuestras vidas. Las vivencias no suceden al azar, las vamos construyendo,
modificando, ampliando o acotando, y así en el camino sacrificado de concretar
nuestros sueños, algunos quedan en el camino y otros sí se concretan.
¿Quiénes somos ahora?
¿Qué queremos? ¿Cómo lo logramos? Sólo algunas preguntas que debemos
reformularnos para tener la pasión y la libertad de sabernos capaces de seguir
persiguiendo nuestro sueño de hoy.