A Ti, Señor, no te ata la ciencia, ni te retiene la ley, o las costumbres. A Ti, Señor, no te controlan nuestros dogmas. Nuestra honradez te viene estrecha y no cabes en nuestra ética racional. Hay que ser menos prudentes y salir de los caminos trillados. Hay que dejar la espada, la alforja y el templo. Hay que salir a la ciudad y levantar un altar sobre la tierra con Aquel que se hizo altar del mundo entero.
Ven y agítanos con tu fe y ya no valdrán nuestros cálculos. Ven y llénanos de tu Espíritu y ya no serán excusa nuestros miedos. Ven, Señor, en nuestra ayuda y renovaremos la faz de la tierra