Entonces, la alegría era una
ingenuidad, era el patrimonio de los ilusos, de los que todavía contradecían el
estado de las cosas ¿Cuál era el contexto? Crisis financieras, guerras injustas,
estafas públicas y privadas, falta de libertad, políticos que subestiman al
pueblo y se sobrestiman a sí mismos, caos en las ciudades, mentiras que ya de
piadosas no tienen nada, bolsillos tristes, y un cúmulo de legitimaciones para
justificar que la sonrisa era un gesto del pasado.
Así, la banda de sonido de este
lugar es la de las voces de las quejas, del 'no llego a fin de mes', de 'no sé
que pasará mañana' y de 'hay que resignarse'. Todos escuchan y asienten, nadie
puede salir de la encerrona trágica que su contexto le refleja, sienten que otra
actitud es un imposible. Producto de un padecer constante andan los seres
humanos.
No hay ningún lugar a dudas que
el mundo es un sitio complejo. Nadie es tan ingenuo como para afirmar que los
problemas no se viven a diario, en la mayoría de los países del planeta.
Pero, ¿todas la personas son
nocivas? ¿Todas las intenciones son malas? ¿Cada uno de las situaciones que nos
atraviesan son perjudiciales? ¿Qué pasa más allá de la ventana de lo público?
¿Sólo existen seres ambiciosos y mentirosos en el mundo? ¿Por qué lo negativo
tiene más prensa que lo positivo?
Cualquier 'bien pensante' diría,
'por qué es lo que vende'. Pero, con una afirmación simple bien vale una
pregunta del mismo estilo, ¿alguna vez alguien se animó o comprobó si los buenos
actos, la nobleza y la solidaridad interesan?
Seguramente, el ser humano tenga
una inclinación morbosa a alimentarse de la negatividad, pero sí a su vez existe
un aparato mediático que acompaña y reivindica esta actitud, le será muy difícil
a la sociedad encontrarse en la búsqueda de un camino positivo.
La lucha y el trabajo por mejorar
la vida de los otros es algo que no sólo existe, lo podemos encontrar a pocos
metros de dónde vivamos.
Hagan el ejercicio de empezar a
ver y a escuchar el vaso medio lleno, y comprobarán que ahí afuera está lleno de
obreros de la esperanza.
La abuela que le enseña valores a
su nieto, el niño que expone su alma ante los adultos, los jóvenes que como
nunca antes participan activamente de Organizaciones No Gubernamentales, mujeres
que abrieron las puertas de casa para darle de comer a niños de bajos recursos y
millones de hombres que se unieron para crear desde la solidaridad un mundo
mejor.
Si los políticos, nos
decepcionan. Los medios, nos instan a pensar que todo está perdido. Las
instituciones, abandonan. Pero, la alegría no se fue, está trabajando codo a
codo con los valientes, los generosos, los luchadores, los sacrificados y los
que saben creer con inteligencia que la pasión por el trabajo es la única forma
de hacer la diferencia.