♠ ESTIGMA ♠
Pobre hombre que se cree poderoso, cuando
no conoce ni siquiera en qué consiste el poder. barro viviente, que añora en silencio el recuerdo de
sus aladas formas. Que miras a la luz del sol
como el náufrago mira la luna en la oscuridad,
sabiendo dentro de tu corazón que jamás podrá
alcanzarla ridícula y triste criatura que mira el
horizonte sobre lo más alto de un rascacielos,
engolosinándose en su poder, sin saber la insignificancia
de la altura de su mirador. como el ave que vuela
sobre las montañas y cree que esta en el sitio más alto del universo.
Pobre ser de carne sangre y huesos, que califica
su éxito, por los montones de papelitos de colores
que sabe guardados en alguna bóveda fría, por los
bienes que sabe que posee pero no goza, por el
amor que cree tener pero que no siente, por las
palmoteadas que recibe sin saber que esas manos
quisieran ser puñales que atraviesen su carne.
Pobre hombre que se cree en imagen y semejanza
a Dios y que cree que esto lo justifica en todo ante sus ojos…
Pobre, pobre ser que en silencio y atacado por los
pájaros negros de sus pensamientos, trata de alejar
con un manotazo invisible, el recuerdo de un único
beso de amor, cuya pureza lo asusta, el recuerdo de unas
lágrimas puras, que un día, que ya no recuerda,
mojaron su rostro de niño como agua bendita y
que lo bautizo para siempre.
Pero que no pudieron evitar que al crecer,
el hombre devorara al niño que llevaba dentro.
Criatura terrible que hoy al verse al espejo,
ve reflejada, una imagen de un traje caro y joyas
relucientes, pero en cuyo rostro sus ojos secos,
croan como sapos del desierto, y cuyos caros
perfumes no pueden disimular el estiércol en
el que chapotea su alma. Pobre hombre que dice
representar a Dios y es su profanador más activo
y su vergüenza mayor, pobre ser que debe repartir
bendiciones cuando sabe que profana el viento
en que bate sus palmas.
De rodillas queda postrado, pero no está rezando,
sólo se esconde agazapado, del ojo que sabe que
lo busca, que sabe que lo encontrara, pues
ya lo vio hace siglos antes del nacimiento de sus
primeras generaciones, en medio de la nada
y de todo lo creado hasta entonces.
De pronto la gente a su alrededor, lo escucha sollozar,
pero no es de fe, sino de miedo, de ese miedo
que sabe mil veces justificado cuando
se encuentre muy pronto con su destino
para escuchar el juicio de su creador.
D/A
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