Dejemos en claro que cuando
hablamos de ilusión hacemos referencia a la percepción, ajustada o no, de un
objeto real y concreto. Es campo de las alucinaciones ver, escuchar o sentir
algo que no es o que no está realmente presente.Esta última posibilidad, la de
las expectativas, es la que nos abre la puerta a la inmediata asociación que
solemos hacer de la ilusión en relación con la esperanza o el deseo que nos
motiva a diario.
¿Quién no mantiene encendida la
llama del optimismo y la esperanza con la ilusión de que algo bueno (o algo en
especial) pueda ocurrir en cualquier momento?
Al parecer, el idioma español es
el único que contempla la acepción positiva de la palabra de nuestro diccionario
emocional de hoy; el resto de las lenguas circunscriben la ilusión a los
fenómenos que puedan ser derivados de la percepción sensorial. Los diccionarios
dan cuenta de que esta construcción simbólica de los seres con mentes y
corazones ilusionados, data de los tiempos del romanticismo. Curiosamente, en
algún momento la psicología consideró a las ilusiones como una esperanza que no
tiene fundamentos; como un espejismo, un creer que era posible algo que no
estaba a la altura de nuestras posibilidades. ¿Son, acaso, las ilusiones meras
fantasías; o, tal vez, deseos desajustados, inapropiados o inalcanzables?
Así como si fuéramos magos o
ilusionistas de nuestras emociones, solemos decir: “Tenía la ilusión de que
llamarías”, “Fue una ilusión la posibilidad de volver a verte”, “Tengo la
ilusión de que.” ¿De qué? ¿Cuál es nuestra ilusión por estos tiempos? ¿En qué
quedaron las ilusiones que alguna vez tuvimos? ¿Qué hicimos para que nuestras
ilusiones tuvieran fundamento o se convirtieran en algo más que un deseo?
Comenzar a responder algunas de
estas preguntas será como empezar a ensayar algunos primeros trucos de magia
emocionales que, seguramente, nos permitirán regular la dimensión de nuestras
metas, motivaciones y proyectos.En tiempos de grandes ideales y exigencias, sin
perder, ante todo, el optimismo, será mejor pensar en una suma de ilusiones
próximas y concretas que seguir soñando con sacar conejos insatisfechos de la
galera.
Así como con la felicidad, que
cuando la entendemos como bienestar o florecimiento parece mucho más accesible,
tener ilusiones a medida puede incrementar nuestros niveles de felicidad y de
tantas otras fortalezas positivas necesarias para mejorar nuestra calidad de
vida.
Fuente: http://blogs.lanacion.com.ar/bienvividos-calidad-de-vida/diccionario-emocional/ilusion/
,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,