La diabetes es una enfermedad en la que el organismo no produce insulina o no la utiliza adecuadamente. Cuando nos referimos a insulina, estamos hablando de una hormona necesaria para transformar el azúcar, el almidón u otros alimentos en la energía que necesitamos para nuestra vida cotidiana.
En estos tres tipos de diabetes, el tratamiento se centra en restaurar los niveles de glucosa, hasta los niveles que se consideran normales. En la diabetes tipo I y la gestacional se aplica un tratamiento sustitutivo de insulina o análogos. En la diabetes tipo II se puede aplicar sustitutivos de la insulina o análogos y también antidiabéticos orales.
Los principales factores ambientales que incrementan el riesgo de padecer diabetes son la nutrición excesiva y la vida sedentaria, con el consiguiente sobrepeso y obesidad.
La nutrición es un elemento fundamental para el tratamiento de la diabetes. Se debe trazar una dieta personalizada para cada caso de diabetes, teniendo en cuenta la edad, el sexo, el peso, la estatura, el grado de actividad, el clima en el que habita, el momento biológico, así como la presencia de colesterol o hipertensión.
Pero existen una serie de recomendaciones generales, que se deben seguir:
Alimentos muy convenientes: todos aquellos que contienen mucho agua, como la acelga, apio, alcachofa, berenjena, berros, brócoli, calabaza, calabacín, cebolla, pepino, coliflor, espárragos…
Alimentos convenientes: Teniendo en cuenta que no se deben exceder las cantidades que indica el médico. Entre estos se encuentran las harinas, algunas frutas como fresas, mandarinas, melón, piña, guayaba, pera, manzana, mango, moras, naranja, uvas, tomate, chirimoya… En cuanto a los lácteos son convenientes los desnatados, también son saludables las grasas de origen vegetal.
Alimentos inconvenientes: Carbohidratos simples como el azúcar, miel, melazas, chocolates, postres, helados, mermeladas y dulces en general. También son inconvenientes las grasas de origen animal, embutidos, mantequilla, nata, mayonesa, tocino, quesos grasos…