Foto: Marc van der Aa
La mancha que la mayoría de las
personas tratan de evitar es el clásico anillo de café, agua, vino, refresco,
sobre una mesa. Tanta era la manía que se inventó el portavasos. Algo que divide
a la mesa del vaso que pueda mancharla. Una capa protectora. Algo que no permita
que lo que tanto cuidamos, se manche con torpeza.
Imaginemos que cada persona es
una mesa. Una mesa que está susceptible a que la manchen, (porque al final una
mesa está hecha para ensuciarla, para usarla; igual que la vida.)
Desde pequeños nos enseñan que
hay que hacer lo correcto en la vida, que hay que procura no manchar con
mentiras, secretos, errores. Y nos dan portavasos, lo que divide a nuestro ser
real, de nuestro ser social. > Nuestro ser imperfecto, de nuestro ser
perfecto.
El ser humano está tan
acostumbrado a que se le pida perfección, que esconde sus errores, duda de sus
dudas, sufre de sus imperfecciones. El portavasos emocional, el de la vida,
viene en forma de máscaras, de religiones, de mentiras. De un sin número de
herramientas que usamos para no mancharnos. Para no dejar un anillo de
imperfección sobre nuestra mesa, sobre nuestra vida.
Si los adultos aceptaran que
crecer se trata de manchar, de mancharse, de ensuciar para aprender, entonces a
los niños, que después se convertirán en adultos, no les daría miedo
equivocarse.
Poner el vaso sobre la mesa y
aceptar que si se mancha, se mancha. Para eso está. Poner el error sobre la vida
y aceptar que si se mancha, se mancha, para eso está.
Y tampoco se vale usar a las
demás personas de portavasos. Echarles la culpa de los errores de una relación.
Acentuar, que fueron ellas las que echaron a perder algo, que ensuciar lo que no
debían. Tratar de poner algo que divida a la realidad de la fantasía. A la
imperfección de la perfección. Una pareja aprende de tocarse y mancharse.
Dejemos los portavasos sobre las
mesas en casa de los papás, sólo para darles paz mental. Pero quitemos los de la
vida, y ensuciemos todo para después limpiarlo y volver a empezar.
La vida con portavasos es una
vida sin aprendizaje.
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