![imagen1](http://artenara.files.wordpress.com/2012/01/imagen1.jpg?w=448&h=300)
Cuando me
pongo en contacto con la gente y las desgracias humanas, tengo a menudo la
impresión de encontrarme en una jungla. Veo que los hombres son despedazados,
elegantemente golpeados y aplastados.
Los
modernos bárbaros pueden muy bien identificarse con los señores bien vestidos,
sentados detrás de muy nobles mesas de despacho. Aprietan botones y ponen
firmas. No se ensucian las manos. En la caja fuerte tienen las propias armas. En
el mundo de los negocios y de las finanzas existen gángsters que estrangulan sin
piedad a los pequeños y a los débiles.
Un
monstruoso aprovechamiento existe también en el mundo de los enfermos, de los
ancianos, de los impedidos, en el mundo del hombre que ha dado un paso en falso,
en el mundo de las personas incapaces de valerse por sí mismas y dependientes de
los demás
Los hombres
débiles, los “hombres desgraciados” ¡son extremadamente vulnerables! Por esto la
avidez y la sed de dinero son tan horribles. ¿No es inhumano enriquecerse
gracias a la necesidad de los otros?
Cuando
trato con personas frágiles, debo dar prioridad al amor, no a la ganancia.
Cuando mi profesión consiste en curar a los enfermos, a los viejos, a los
impedidos, al curar a mi prójimo que sufre debo ante todo ver sus necesidades y
amarlo. En este campo es infinitamente más importante que ganar dinero. Si, en
este caso, pienso sólo en el beneficio, me vuelvo culpable de la forma más
abyecta de aprovechamiento.
Autor: Phil
Bosmans
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