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Tengo amigos que no
saben ¡cuánto son mis amigos!
No perciben el amor que les profeso y la absoluta
necesidad que tengo de ellos.
La amistad es un sentimiento más noble que el amor, es
que permite que el objeto de ella se divida en otros afectos, en cuanto el amor
tiene intrínseco los celos, que no admite la rivalidad.
Y yo podría soportar,
sin embargo no sin dolor, que hubiesen muerto todos mis amores, mas enloquecería
si muriesen todos mis amigos.
Hasta aquellos que no perciben cuánto son mis amigos y
cuánto mi vida depende de sus existencias.
A algunos de ellos no los frecuento, me basta saber que
ellos existen.
Esta mera condición me llena de coraje para seguir
enfrente de la vida.
Más, porque no los frecuento con asiduidad, no les
puedo decir cuanto gusto de ellos. ¡Ellos no lo creerían!.
Muchos de ellos están leyendo estas palabras y no saben
que están incluidos en la sagrada relación de mis amigos.
Más, es delicioso que yo sepa y sienta que los adoro,
aunque no se los diga y no los frecuente.
Y a
veces, cuando los frecuento, noto que ellos no tienen noción de cómo me son necesarios, de cómo son
indispensables a mi equilibrio vital, porque ellos hacen parte del mundo
que yo, trémulamente, construí y se tornaron en fundadores de mi encanto por la
vida.
Si uno de ellos muriera, yo quedaría torcido para un
lado.
Si todos ellos murieran, ¡yo me desmoronaría!
Es por eso que, sin que ellos sepan, yo rezo por su
vida. Y me averguenzo, porque esa súplica está, en síntesis, dirigida a mi
bienestar. Ella es, tal vez, fruto de mi egoísmo. A veces, me sumerjo en
pensamientos sobre alguno de ellos.
Cuando
viajo y estoy delante de lugares maravillosos, me cae alguna lágrima porque no están junto a mi,
compartiendo aquel placer.
Si alguna cosa me consume y me envejece, es que la
rueda furiosa de la vida no me permite tener siempre a mi lado, habitando
conmigo, andando conmigo, hablando conmigo, viviendo conmigo, a todos mis
amigos; y, principalmente, los que solo desconfian o tal vez nunca van a saber
que son mis amigos!
La gente no hace
amigos, los reconoce en la vida...
Autor: Vinicius de
Morai.
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