26/3/2012
Envejecer con éxito
Mientras el promedio de vida humana continúa en aumento,
se plantea un gran
desafío: otorgar más calidad a la vejez.
¿Hacia
dónde apunta la ciencia?
Por Luciano Sposato | Para LA NACION
25 de marzo de 2012 |
Publicado en edición impresa
La vida humana no muestra señales
de acercarse a un límite fijo impuesto por la biología u otros factores. Con
unos 7 mil millones de habitantes, la población mundial ya es récord, y esto se
debe principalmente al aumento de la esperanza de vida al nacer, es decir, la
estimación al momento de nacer sobre cuántos años viviremos.
Según datos demográficos
actuales, esa esperanza de vida casi se ha triplicado a lo largo de la historia
de la humanidad. Más aún: en los últimos 200 años, en menos de 10 generaciones,
se duplicó.
El camino inicial hacia esa
prolongación ha sido marcado por una mejora general en el nivel de vida, y por
los esfuerzos organizados para controlar la propagación de enfermedades
infecciosas, además de una reducción en la mortalidad infantil a fines del siglo
XIX y durante el siglo XX.
Desde 1970, y a diferencia de
épocas previas, el principal motivo del aumento de la expectativa de vida fue la
reducción en las tasas de mortalidad en la población anciana. En particular, la
contracción de la mortalidad asociada con enfermedades cardiovasculares,
accidente cerebrovascular o ACV y cáncer.
Según investigadores del
Departamento de Demografía de la Universidad de California, la complejidad y la
estabilidad histórica de la tendencia constante al aumento del promedio de vida
sugieren que, a mediados del siglo XXI, la esperanza de vida al nacer en los
países industrializados será de unos 85-87 años. Si bien la edad promedio de la
población mundial se ha ido extendiendo con el tiempo, el límite máximo de años
vividos no ha podido superarse desde que, en 1997, Jeanne Louise Calment
falleció a los 122 años, en Arles, Francia.
A pesar de este hecho
irrefutable, gracias a los avances en los campos de la biología molecular y la
genética es posible que quienes hoy leen estas palabras estén viviendo el umbral
histórico en el que se desentrañarán los mecanismos fundamentales del proceso de
envejecimiento. Tal vez, en un futuro no muy lejano sus hijos o sus nietos
puedan ser pasibles de intervenciones que prolonguen sus vidas hasta límites
nunca alcanzados.
Todos envejecemos desde el
momento mismo en que nacemos. En el siglo I, Galeno introdujo el concepto de que
el envejecimiento es una pérdida de productividad, que se describe como el
agotamiento de los humores fundamentales de la sangre y otros fluidos
corporales. Teorizó que no se trataba de una enfermedad, sino de un proceso que
se desarrolla progresivamente desde el nacimiento.
Sin embargo, hoy sabemos que el
envejecimiento es un continuo proceso de crecimiento y desarrollo humano, lleno
de potencial, y altamente modificable por una combinación de responsabilidad
personal y cuidados médicos adecuados. No todos envejecemos de la misma forma.
Así como cada vida es única, cada persona que llega a la ancianidad lo hace a su
manera, con sus rasgos particulares. Son estas características únicas las que
definen la calidad de vida de un individuo durante sus últimas décadas de vida.
Se conoce como envejecimiento saludable al estado ideal en el que llegamos a
esta etapa, viviéndola con el máximo grado de bienestar posible. Este concepto
ha despertado gran interés científico en los últimos 50 años.
Sin embargo, llamativamente
recién a mediados de la década del 70 comenzó a tomar fuerza la idea de que es
útil para la sociedad preservar la salud de las personas mayores con buena
calidad de vida. De hecho, en los últimos 10 años el envejecimiento saludable se
ha convertido en el objetivo hacia donde apuntan la mayoría de los esfuerzos por
prevenir, tratar y rehabilitar todo tipo de enfermedades, principalmente las
neurológicas y psiquiátricas. ?.
Link: http://www.lanacion.com.ar/1459184-envejecer-con-exito
LA NACION
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