25/3/2012
La amistad en la Argentina,
una buena costumbre
Hay una añoranza común entre los
argentinos
que viven en el
exterior.
Pueden sobrevivir
a la carne,
a las “mujeres más
lindas del mundo”,
al país de las
crisis cíclicas, a sus paisajes,
escenarios y hasta a sus raíces
24 de marzo 2012
Pero el recuerdo de la amistad en
la Argentina, todavía es una costumbre que el tiempo no se ha podido llevar.
Largas sobremesas, encuentros casuales que terminan en horas de interminables
charlas, amigos que tocan el timbre sin previo aviso y son recibidos con alegría
y sin sorpresa o reuniones en el café de la esquina.
Parte del folklore argentino es
su sentido de la amistad. Por ello, los turistas se deleitan con la
espontaneidad y la manera casual de relacionarse entre los amigos argentinos.
Pueden hablar de lo más trivial con el énfasis que merecen los grandes temas, y
esta voluptuosidad en el discurso es tan frecuente como entrañable entre los
argentinos.
Uno de los mayores escenarios de
la amistad en el país es el café porteño. Buenos Aires, se ha aggiornado a los
tiempos posmodernos tal como lo ha hecho cualquier ciudad del mundo, pero
todavía entre sus calles se encuentran aquellos bares en los que el juego de
naipes, los billares o los torneos de ajedrez se entremezclan con una pizza con
fainá, un moscato o simplemente, un cortado.
El escenario es simplemente una
excusa para la reunión. No es extraño encontrar a cualquier hora del día mesas
colmadas de amigos o compañeros de trabajo que se han tomado una tregua de la
vida cotidiana, para hablar de lo que les pasa, les pasará o de un pasado
compartido. El café es la extensión del hogar, dónde los amigos se encuentran
como en casa.
Pero, ¿cómo nace esta costumbre
que hasta hoy en día es costumbre en la Argentina? El hábito de reunirse en el
café nace de la tradición otro país con gran identidad celebración de la amistad
en el bar: España. La ciudad de Madrid, fue una de los primeros lugares en el
mundo en dónde los cafés fueron el gran centro de reunión de los amigos.
Es evidente, que en todo el mundo
las personas se congregan en sus bares, pero quizá la diferencia argentina es
que sus habitantes no necesitan motivos. En los Estados Unidos, por ejemplo, es
frecuente que las personas se reúnan bajo consignas laborales o bien, por alguna
razón específica durante un lapso de tiempo. Aquí, las justificaciones pueden
ser solamente pronunciar la frase “vamos a tomar un café”.
La importancia de estos lugares
en Buenos Aires es tal que muchos de sus cafés fueron amparados por el Estado
para evitar su extinción o reformas estructurales en su arquitectura. Y no sólo
el gobierno se ha ocupado del tema, vecinos o grupos de amigos han conformado
asociaciones de protección a los emblemáticos bares porteños. Así fue como el
Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, declaró a 57 lugares como “Bares
Notables” con el fin de preservar el valor histórico de una de las facetas más
importantes del patrimonio cultural de la ciudad.
Quien se vaya por poco o mucho
tiempo, siente que vuelve a casa cuando al recorrer las calles porteñas huele un
cortado, escucha el rechinar de las viejas sillas de madera y se aturde con las
risotadas y gritos de los amigos que encuentran en el bar su lugar en el mundo.
Todavía en la Argentina, tenemos
“la ñata contra el vidrio”.
Eugenia Plano – www.vidapositiva.com
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