Más allá de su perfil de ácidos
grasos, su estabilidad y su exquisito sabor, debemos considerar otras
importantes propiedades del aceite de oliva. Se trata de un producto muy afín a
nuestro metabolismo graso y de alta digestibilidad, por lo cual es recomendado a
embarazadas, niños y ancianos. No olvidemos que posee una composición muy
similar a la leche materna. En base al aceite de oliva se ha realizado un índice
de digestibilidad de las grasas, correspondiendo el 100 al oliva, el 83 al
girasol, el 57 al sésamo y el 36 al maíz.
El oliva es emoliente, es decir
que ejerce un efecto suavizante y antiinflamatorio sobre la piel y las mucosas,
sobre todo a nivel estomacal, por lo cual es excelente en gastritis. También es
laxante suave, pudiéndoselo tomar para tal fin en ayunas, con lo cual también
facilita la expulsión de parásitos intestinales.
Un punto fuerte del aceite de
oliva es su condición de colagogo, es decir que facilita el vaciamiento de la
vesícula biliar, aliviando las molestias debidas a su mal funcionamiento y
estimulando la apertura del esfínter de Oddi (su contracción provoca cólicos).
Además, la bilis vertida al intestino facilita la digestión. El uso continuado
del aceite de oliva genera un marcado efecto reductor del nivel de colesterol en
sangre. El aceite de oliva aumenta las lipoproteínas de alta densidad (HDL),
encargadas de transportar en la sangre el tipo de colesterol llamado “bueno”.
Esto y su estabilidad a la oxidación, explican la relación entre el consumo de
aceite de oliva y el menor riesgo de arteriosclerosis e infarto de miocardio.
Un reciente estudio realizado en
5 países europeos (España, Dinamarca, Finlandia, Italia y Alemania) demostró la
capacidad antioxidante del aceite de oliva, debida a su alto contenido en
polifenoles (tirosol e hidroxitirosol). Luego de 3 semanas de consumo de aceite
de oliva con alto contenido en polifenoles, los pacientes mostraron incremento
de colesterol “bueno” (HDL) y disminución de colesterol “malo” (LDL),
triglicéridos y estrés oxidativo. Este último factor es considerado uno de los
principales factores de riesgo para arteriosclerosis y afecciones
cardiovasculares. El estudio también confirmó que el efecto de los polifenoles
se da mientras estos antioxidantes operan en su matriz natural (el aceite) y no
bajo forma de suplementos. Los polifenoles se pierden en el proceso de
refinación del aceite y su corta permanencia en el organismo obliga a reponerlos
a través del consumo habitual de aceite de oliva extra virgen en las comidas.
Pese a no contener ácidos grasos
poliinsaturados, el aceite de oliva ha sido revalorizado como protector
cardiovascular, confirmando los beneficios de la dieta mediterránea, también
rica en pescados que aportan los ausentes esenciales del olivo. En las
aceitunas, y por consiguiente en un aceite obtenido por simple presión en frío,
existe oleuropeína, una sustancia también presente en hierbas como la valeriana,
la eufrasia o la genciana. Dicho componente, aún en pequeñas dosis, favorece la
irrigación del corazón, ensancha las arterias coronarias, elimina arritmias
cardíacas y además tiene efecto antiespasmódico. Este no es un buen dato para la
gran industria de las grasas, pues tanto la oleuropeína como otras sustancias
moduladoras presentes en las semillas oleaginosas, son eliminadas por los
procesos de refinación. Y la gran industria no puede prescindir de la
refinación.
Recientemente, científicos de la
Universidad de Pensilvania (EEUU) aislaron otro componente saludable del aceite
de oliva, al cual denominaron oleocanthal. Esta sustancia, responsable del
cosquilleo que produce en la garganta un buen aceite de oliva extra virgen,
tiene la misma efectividad que fármacos antiinflamatorios y analgésicos como el
ibuprofeno, pero sin sus contraindicaciones. Como dicha droga, el oleocanthal
actúa inhibiendo enzimas pro inflamatorias y se supone que el mecanismo de
acción opera sobre la síntesis de nuestros conocidos eicosanoides.
Otro efecto benéfico del aceite
de oliva es que tiene poder antiviral, pues sus lipoproteínas aumentan 400 veces
nuestras defensas contra virus. Además es un buen protector del envejecimiento
óseo (osteoporosis, fracturas, etc.) pues el ácido oleico facilita la absorción
intestinal del calcio, a tal punto que en Grecia se suelen agregar unas gotas de
aceite de oliva en la mamadera de los bebes.
En síntesis, el aceite
de oliva:
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Reduce el nivel de
colesterol.
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Disminuye el riesgo de
infarto
-
Reduce las probabilidades de
trombosis arteriales.
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Disminuye la acidez
gástrica.
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Ofrece una acción eficaz de
protección contra úlceras y gastritis.
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Estimula la secreción de la
bilis, y es el mejor absorbido por el intestino.
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Regula el tránsito
intestinal.
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Beneficia nuestro crecimiento
óseo y permite una excelente mineralización del hueso.
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Es el más conveniente para
prevenir los efectos deterioradores de la edad sobre las funciones cerebrales y
sobre todo el envejecimiento de los tejidos y de los órganos en
general.
-
Los problemas del
Oliva
Para disfrutar de las excelentes
propiedades del aceite de oliva, debemos disponer de un aceite extra virgen de
origen confiable. Para evitar sorpresas, conviene conocer mejor distintos
aspectos de la moderna realidad productiva. Hasta la reciente aparición de
pequeñas prensadoras artesanales de semillas (lino, girasol, sésamo, chía, etc),
el oliva era la única forma de acceder a un aceite de primera prensada en frío
sin refinación (calidad extra virgen). El proceso del oliva era realizado con
las antiguas técnicas europeas, artesanales y bastante simples. Tras un lavado,
el fruto maduro era pasado por un molino de rodillos y posteriormente por muelas
de granito. La pasta obtenida se comprimía con prensas hidráulicas a temperatura
ambiente y el fluido obtenido era simplemente decantado, para separar por
densidad el alpechín (agua y pigmentos de la aceituna) y el aceite. Así se
obtenía antiguamente la mayor parte del aceite de oliva, considerado extra
virgen, tanto en grandes como en pequeños emprendimientos. Hoy en día, esta
forma de obtener el aceite de oliva está tendiendo a la desaparición. Por una
cuestión de aprovechamiento económico y eficiencia industrial, los rodillos y
las muelas han pasado a los museos. Muy pocos realizan el proceso de decantación
tradicional; la separación del aceite y el agua (alpechín) se realiza a través
de un eficiente proceso de centrifugación de alta velocidad, el cual atenta
contra las propiedades biológicas del aceite.
Por otra parte, el alto precio
del oliva estimula el máximo aprovechamiento del remanente de aceite que queda
en la torta residual del primer prensado, el cual antiguamente se descartaba o
se destinaba a nutrición animal. Extraer dicho remanente oleoso requiere la
utilización de técnicas industriales de refinación similares a las utilizadas en
las semillas: temperatura, solventes, neutralización, desodorizado y
correcciones químicas. El aceite así obtenido es obviamente de baja calidad; por
ello la legislación prevé ocho categorías inferiores al extra virgen,
establecidas en función a valores de acidez, peróxidos e impurezas: virgen,
virgen corriente, virgen lampante, refinado, simplemente oliva, orujo de oliva
crudo, orujo de oliva refinado y orujo de oliva. Los tecnólogos logran corregir
ciertos parámetros con auxilio de la química y de la mezcla de distintas
calidades y tipos de aceite, con lo cual se puede ascender en dichas categorías
y revalorizar comercialmente el decadente producto refinado. La nocividad de
estos procesos ha quedado puesta de manifiesto por las recientes normas de la
Comunidad Europea, que a partir de agosto del 2001 han prohibido la
comercialización del aceite de oliva refinado en el ámbito de su territorio.
¿Qué hacen los europeos con su aceite refinado? Acertó: lo exportan al tercer
mundo, donde las legislaciones son flexibles y tolerantes. Por ello aparecen en
nuestras góndolas, declarados como importados o no, aceites de oliva con las
leyendas “puro” o “fino”.
Otro aspecto que atenta contra la
buena calidad del aceite de oliva, es la tendencia al prensado de la aceituna
verde, es decir sin que haya completado plenamente su maduración en la planta.
La aceituna madura (o negra) adquiere una tonalidad oscura y se convierte en un
fruto más saludable. La moda de prensar en verde proviene de los
industrializados sistemas europeos de recolección mecánica. Allá, debido a los
costos de mano de obra, nadie cosecha a mano y ello obliga al uso de tecnologías
mecánicas, más eficientes con el fruto inmaduro. Esto modifica la característica
del aceite, desapareciendo los sabores frutados y los colores intensos, propios
de la presión de la aceituna madura.
Un problema no menor es el alto
precio internacional del aceite de oliva, que no refleja los reales costos de la
producción local, sino que responde a la próspera demanda del primer mundo. Esto
hace que gran parte de la producción nacional se exporte. En el mercado interno,
la elevada cotización “incita” a la mezcla con aceites de menor calidad. El
consumidor no puede detectar la presencia de aceites procesados o residuos de
técnicas de refinación o de reconstrucción química de ciertos parámetros (color,
olor, sabor) en base a aditivos. Caseramente sólo puede comprobarse la mezcla
con aceites extraños, mediante la exposición al frío (heladera). Esto es posible
gracias a sus distintos puntos de cristalización, pues el aceite extra virgen de
oliva tiene bajo punto de cristalización, solidificando antes. Resumiendo,
coloque una muestra del aceite a verificar en recipiente de vidrio y en
heladera. Luego de varias horas, aquello que no solidifica por completo como pan
de manteca, no es oliva extra virgen.
El tema de las mezclas no debe
asociarse únicamente al fraude y a la adulteración comercial. Las propiedades
del oliva (estabilidad, sabor, propiedades terapéuticas) y sus carencias (Ácidos
grasos esenciales), lo hacen indicado para combinarlo con aceites
complementarios, ricos en AGE, pero menos estables y sabrosos. El lector puede
probar, partiendo siempre de aceites extra vírgenes, a combinar oliva con
girasol y lino, oliva con soja y lino u oliva con chía. Estas mezclas nobles y
de alta calidad, serán siempre para usar en frío, debiendo reservarse el aceite
puro de oliva para emplearlo en cocciones. Cuando hablamos de cocción, no
debemos pensar solo en comidas, sino también en panificados (panes, galletas,
tortas), los cuales realzan su sabor gracias al aporte del oliva. Al igual que
otros aceites extra vírgenes, el oliva requiere siempre protección del aire, la
luz y el calor, para preservar su calidad.
Finalmente recordemos que, tal
como sucede con otras oleaginosas, es interesante el consumo de los frutos del
olivo. Comer aceitunas, cuyo prensado da origen al aceite, es la forma más
natural y segura de ingerir sus principios nutricionales y terapéuticos. Ante
todo debemos preferir siempre las negras, que no son una variedad distinta, sino
simplemente el fruto completamente maduro. Además de la inmadurez, las verdes
ofrecen otro problema: el tratamiento químico. Como su piel es más dura, se las
debe atacar con sustancias agresivas (como la soda cáustica) a fin que suelten
el amargor. Las aceitunas maduras (negras) no necesitan tal agresión y pueden
ser “curadas” simplemente con sal. Este sistema también se usa para las
deshidratadas o “griegas”, presentación altamente recomendable, tanto secas como
preparadas con aceite de oliva y condimentos.
Uso terapéutico del
aceite de oliva
El aceite de oliva tiene un
aspecto terapéutico poco difundido y muy interesante con respecto al hígado,
órgano con permanentes necesidades depurativas, y especialmente en primavera.
Transcurrido el invierno, el hígado intenta desembarazarse de todos los excesos
acumulados en la época de los alimentos densos y calóricos. Una técnica que
permite remover y expulsar los residuos grasos del hígado es la cura de aceite
de oliva. Consiste en ingerir durante 15 días, dos cucharadas de aceite en
ayunas (una sola cucharada en casos de cálculos vesiculares), pudiendo agregarse
unas gotitas de jugo de limón para mejorar el sabor y la efectividad de la
depuración.
Extraído de: Libro
“Alimentos Saludables” - Nestor Palmetti
Aportado y editado
por: Lucas Schab - Kuyen Alimentos Naturales